Ante el endeudamiento de usuarios titulares de tarjetas de crédito y que han pretendido dar de baja sus plásticos ante los bancos o empresas emisoras y recibiendo como respuesta de que no lo pueden hacer, “ya que estas entidades pretenden mantener cautivos a los usuarios o hacerles pagar el mínimo de la deuda que han contraído, lo cual se constituye en un sistema abusivo y totalmente dañino para la economía del poseedor de la tarjeta”, desde la Defensoria del Pueblo se afirmó que se puede renunciar o dar de baja a las tarjetas cuando uno quiera y aun existiendo deudas.
Las tarjetas locales tienen la costumbre de decirle al usuario que no pueden darla de baja hasta que terminen de pagar. Eso es mentira ya que la Ley de Tarjetas de Créditos y lo establecido por el Banco Central permite al usuario dar de baja la tarjeta que se posee en cualquier momento.
Lo que sucede es que, “cuando uno da de baja, el saldo deudor se puede financiar en cuotas o en un pago. Las tarjetas se niegan o ponen excusas para que las personas no den de baja sus tarjetas porque: primero pierden el cliente y segundo, porque si tienen que refinanciar ese saldo lo tienen que hacer a una tasa de interés personal que siempre será más baja comparándola si la entidad mantienen cautivo al cliente, como usuario, en donde la refinanciación puede llegar a porcentajes que oscilan desde un 60% o 70% anual”.
El Ombudsman Provincial, José Leonardo Gialluca afirmo que “la gente tiene que saber que no pueden tenerla atada por una deuda, por un seguro, ni por 15 ó 18 cuotas; uno puede pedir la baja cuando quiera para dejar de generar gastos de mantenimiento, IVA y todos los gastos que conlleva un resumen de cuenta. Por otra parte desaconsejamos totalmente el «tan seductor» pago mínimo y sus gastos ocultos ya que siempre se convierten en trampas letales para la economía familiar. Es que en algunos casos, se podría devolver hasta el 840% del monto a financiar y así, vivir endeudado.
La cultura del consumo, combinada con la inflación con la que lucha el formoseño, lleva a dejarse tentar por el pago mínimo. Sin darse cuenta, se puede caer en una «deuda eterna» que lleve hasta 2 décadas eliminar”.
“El pago mínimo es mucho más costoso que un préstamo personal. En muchos casos supone intereses sobre el saldo de deuda superiores al 60% y 70% anual. Teniendo en cuenta que cada entidad bancaria tiene su propia fórmula de cálculo, el pago mínimo representa alrededor del 5% del saldo de la deuda y la totalidad de todos los gastos no financiables como los costos administrativos, intereses, cargos por mora, comisiones, impuestos, adelantos en efectivo y las cuotas de las compras financiadas en pagos y supone en muchos casos intereses sobre el saldo de deuda superiores al 60% y 70% anual”, se clarifico.
“En resumen, si sólo se abona el pago mínimo mensual, la deuda original no se reduce, si no que aumenta mes a mes”, fue advertido.
Como resolver esta situación. En primer lugar buscando un asesoramiento adecuado en la Defensoria del Pueblo de la Provincia, “para negociar con la entidad acreedora la deuda de la manera más ventajosa para el deudor”; pudiendo llegarse inclusive a ver la posibilidad de un préstamo personal que nos lleve a saldar el total de la deuda en un solo pago y de allí en adelante tendremos que afrontar deudas de cuotas fijas, a un plazo más largo y evitar el llamado efecto “bola de nieve”, puesto que las financiaciones de las tarjetas de crédito son sumamente altas y por ello se debe buscar rápidamente la forma más razonable de eliminar la deuda que se tenga con el banco emisor”.