La doctora Cristina Mirassou, subsecretaria de Gestión de Establecimientos Asistenciales del ministerio de Desarrollo Humano de la provincia, reprocho el “reduccionismo, la mirada rápida, muy simplista que se hace acerca de la realidad social del extremo oeste”, sobre todo de las comunidades aborígenes.
Considera que “afirmar que no existe agua potable en las poblaciones del oeste es de una liviandad extrema”, exponiendo que “ha sido uno de los determinantes sociales fundamentales en que dimos un salto superlativo y factor central para que hayan desaparecidos patologías que antes generaban mortandad en las poblaciones”.
Recordó que “ante el marcado déficit hídrico en la zona se encontró la solución de excelencia con los acuíferos y las perforaciones a grandes profundidades. Se construyeron las plantas de agua potable en las principales localidades, se extendieron las redes domiciliarias y creció exponencialmente la cobertura con este servicio a partir de la producción en cantidad y calidad del agua potable”.
Clarifica que “transitamos un proceso de severa crisis de liderazgo en comunidades indígenas, se produce una suerte de clanes familiares que generan desmembramientos. Y eso hace que ese nuevo asentamiento reclame servicios, una escuela, un nuevo centro de salud y demande lo que antes tenían en su población original que abandonaron”. Explica que “esto merece todo un análisis sociológico, es algo complejo e ignorado por quienes desconociendo en absoluto de todo este proceso realizan diagnósticos erróneos y cargados de estigmatización”.
Expuso a la educación, como otro determinante social fundamental, sobre todo “favoreciendo a las mujeres, que eran las que venían con una mayor brecha”, y se logro “potenciar la equidad territorial, cultural, con respecto a los pueblos originarios”.
“Se necesitaban políticas públicas con un estado presente y a las pocas escuelas primarias se le sumaron muchísimas más, y sobre todo el Secundario e Inicial, llegando el nivel Superior, generándose un crecimiento mayúsculo”, revelo, señalando que “tuvo un impacto de alta escala que favoreció a la salud”.
Indico que “se logro erradicar patologías de deshidratación por diarreas y brotes de hepatitis tuberculosa que derivaban en muertes o parálisis cerebral”, relacionando ello con la disponibilidad de agua potable, acciones sanitarias como las campañas de vacunación como la BCG donde Formosa fue pionera y la disponibilidad de servicios como la electricidad que permiten la incorporación aparato logia para laboratorios, equipos de imágenes y ecografías. Incluyo en los avances la conectividad, que favorece a escuelas y centros de salud, en el caso de estos últimos en la solicitud en tiempo real de medicamentos y la acelerada respuesta del sistema.