Acaba de fallecer Faria Gómez, baqueano indígena que machete en mano fue abriendo picadas -en tiempo donde el GPS brillaba por su ausencia- y como gran conocedor del rio Pilcomayo, sobre todo en esa zona critica del oeste, facilito llegar al lugar preciso donde ejecutarr el proyecto Pantalón aun hoy activo.
Y ante todo aclaramos que “no nos estamos comiendo la s”, sino que su nombre aparece de esa manera estampado en su DNI, aunque al pronunciar y escribirlo se le sume siempre la consonante al final.
Quien lo aclara es el coordinador de la Unidad Provincial Coordinadora del Agua, Horacio Zambon, quien memora a Faria cuando por los años 1994-95 luego de sobrevolar con el “Pilatus” la franja mas indomable del rio Pilcomayo, fue el cacique quien encabezo el contingente de técnicos que tenía en proyecto ejecutar el canal.
Advierte que en principio y ante el embate del rio que sepulto a comunidades como María Cristina, Santa Rosa, El Breal, Tucumancito dos décadas y media atrás, las cuales debieron ser relocalizadas, el cacique tuvo en principio cierta confusión ante un paisaje modificado por los más de dos metros de sedimento depositado a lo largo de vastas zonas, pero finalmente se abrió paso entre la espesa vegetación -flanqueada por alisos y palo “bobo” y tapizada de limo y tocones de sauces- y llevo a los técnicos al sitio donde luego se ejecutaron los trabajos del canalk repartidor igualitaria de las aguas.
“Se nos fue mucho más que un símbolo en la causa del rio Pilcomayo, ya que Faria era parte de un equipo técnico de aborígenes que jamás dejaron de hacer valiosos aportes en tareas de mantenimiento y de tipo correctivas, incluso hasta gente de Cancillería lo consulto varias veces porque apreciaba su sapiencia y acepto que su nombre figurara en los documentos acuerdos que se hicieron en todo este tiempo”, reflexiono.
El mismo gobernador Gildo Insfrán cuando a fines del año pasado estuvo en la zona evoco cuando en la década del 80 realizara sus primeras visitas a esos territorios próximos a la frontera con Salta y Paraguay, sobre todo porque había demanda comunitaria por las aguas del rio Pilcomayo en el contexto de una realidad preocupante que en ese entonces encontró respuestas en el proyecto Pantalón.