La realidad que vivimos a nivel mundial con la pandemia del Coronavirus es, por demás decirlo, muy dura. Enfrentamos una situación que modificó el modo de vida, el estilo de relaciones, la economía y forma de subsistencia, pero lo más grave es que pone en peligro la vida misma.
La pandemia no solo deja entrever las desigualdades económicas y sociales entre los pueblos o la insuficiencia de los sistemas de salud a nivel global, sino que, tal como lo expresa el Papa Francisco, pone en evidencia la realidad más profunda y contradictoria de nuestra condición humana.
Por un lado, emerge el individualismo de personas y sociedades que privilegian los propios intereses y necesidades sobre el bien colectivo, de esta forma dan primacía a una lógica social basada en el sálvese quien pueda y como pueda, insistiendo en salvaguardar los aspectos financieros y económicos por sobre el valor de la vida de las personas.
Por otra parte, exterioriza la grandeza del hombre que es capaz de reconocer y cuidar la vida de los demás como si fuera la propia. Innumerables gestos solidarios realizados por médicos, maestros, voluntarios, familias y millones de personas anónimas ante esta crisis sanitaria global renuevan la confianza en lo que el hombre es capaz de realizar desde el amor y el compromiso con el otro.
En el plano provincial esta pandemia nos ofrece la oportunidad de reforzar nuestra identidad como pueblo formoseño, expresar los valores más profundos que nos constituyen, fortalecer la capacidad de resiliencia y de lucha que poseemos y poner en valor el proceso de construcción conjunta, que, como pueblo y gobierno, venimos realizando para enfrentar la propagación del Coronavirus.
Comprender la situación sanitaria como una oportunidad supone nuevas perspectivas y actitudes acordes con los tiempos que transitamos. En primer lugar, exige levantar la mirada sobre los aspectos individuales de la coyuntura para redescubrir el sentido del por qué estamos haciendo las cosas. Es decir, asumir que las distintas medidas adoptadas, tanto preventivas como asistenciales, no buscan otra cosa que cuidar la vida y la salud de los seiscientos cuarenta mil formoseños y formoseñas. Desde esta mirada, no nos queda otra actitud que respetarlas y valorarlas.
En este sentido, valorar y cuidar la vida propia y la de los demás, nos coloca frente a una gran verdad: el camino lo hacemos junto a otros. Nadie se realiza en una soledad existencial. Somos junto a otros, nos necesitamos y complementamos. Es por eso que las disposiciones asumidas frente al Coronavirus insisten una y otra vez en la responsabilidad colectiva que tenemos. Existe un imperativo solidario para algunos y exigencia cristiana para otros, de cuidarnos mutuamente. Usar el barbijo, respetar el distanciamiento social, evitar las salidas innecesarias son pequeños gestos que expresan cuanto valoramos la vida de los demás.
Por otra parte, es necesario poner en valor y defender el camino de construcción conjunta que venimos haciendo en la provincia para enfrentar al Coronavirus. Existe el derecho a pensar distinto o plantear propuestas, pero no se puede caer en la irresponsabilidad de sabotear las distintas medidas porque no conviene económicamente o podría ayudar a alcanzar algún rédito político. Peor aún, pregonar la defensa de las libertades individuales, pero respondiendo a intereses mezquinos personales o sectoriales.
El resultado de las distintas medidas que se toman en la Provincia de Formosa frente a la pandemia demuestra el interés y el compromiso por proteger la vida de los formoseños, sus familias y comunidades. El acierto en las decisiones políticas y las medidas sanitarias nos coloca en un estatus privilegiado ante un contexto regional, nacional y mundial para nada alentador. Basta con analizar y comparar los indicadores para confirmar la eficacia de las disposiciones sanitarias.
Es un error pensar que lo más grave ya pasó y relajarnos en el cumplimiento de las disposiciones preventivas. Tenemos como pueblo la responsabilidad de no bajar la guardia, evitando subestimar la dimensión real de la pandemia o naturalizar el estatus sanitario en el que nos encontramos. Es necesario redoblar el compromiso del cuidado mutuo para que el esfuerzo que estamos realizando siga dando frutos.
En este momento histórico todos tenemos que aportar algo, a todos se nos exige algo. Los formoseños sabemos superar las adversidades con esperanza, solidaridad y unidad. Volvemos a recordar las palabras de Papa Francisco: “Nadie se salva solo, nos salvamos en comunidad”, que éste sea nuestro horizonte.
Néstor Dos Santos Raúl Alfredo Candia
DNI 20221800 DNI 23269566