Una historia que refleja la perseverancia personal y el compromiso del Estado formoseño con sus comprovincianos
En el año 1986, en la localidad de Lote 8, nació Emilio Fernández, un niño que fue criado por su madre Wichí y sus abuelos. Desde pequeño aprendió la lengua natal de su familia materna y desde ese momento se apropió de su cultura. “La sostengo fuertemente porque es mi raíz”, expresó.
Cursó la primaria y parte de la secundaria en su comunidad de Lote 8. Luego, en el año 2001 en localidad de El Potrillo hizo los tres años faltantes del aquel entonces llamado, polimodal.
Con un sistema educativo fortalecido, sostenido, inclusivo y equitativo en todo el territorio provincial, en el año 2005 Emilio decidió estudiar en la Universidad Nacional de Formosa (UNaF). En el 2012 se recibió de Profesor de Matemáticas y hoy, 9 años después, continúa avanzando en su formación cursando a distancia las licenciaturas en Matemática y Educación Intercultural.
Como es el mayor de 8 hermanos, Emilio contó que fue el primero de su familia en animarse a continuar el camino educativo. “Ahora tengo a mis hermanos que están en la primaria y secundaria y uno en el Instituto Terciario de El Potrillo”, comentó.
Y agregó: “Creo que fui el primero de mi comunidad en venir a la capital a estudiar. En los años siguientes muchos jóvenes se animaron a venir acá o ir a otras localidades para formarse. Hoy puedo decir con alegría que hay muchos jóvenes de mi comunidad estudiando diferentes carreras”, aseveró.
Además, confesó que cuando decidió instruirse lo hizo por pura “curiosidad” y porque tenía “vocación para las matemáticas”. “Luego de varios años me di cuenta que haber estudiado fue la mejor decisión que tomé”, aseguró.
Al recordar sus primeros pasos universitarios contó que cuando decidió estudiar en la capital, junto a un grupo de compañeros con los que egresó de la secundaria, pidieron ayuda económica al aquel entonces diputado provincial Roberto Vizcaíno. “Nos ayudó con un subsidio y con esa ayuda pagaba el alquiler y los gastos de pasajes en el colectivo urbano”.
Entre tantas anécdotas y sacrificios vividos en aquel entonces, por llegar a cumplir el objetivo del título profesional, Emilio pone de resalto el esfuerzo que realizaba su madre, al enviarle un “porcentaje” del dinero que ganaba con productos artesanales de chaguar.
Asimismo, señaló que también recibieron ayuda de profesores, religiosos de su iglesia y hasta del rector universitario de ese momento.
También, contó que la asistencia económica recibida por el Gobierno Provincial, fue interrumpida pero que, al tiempo, a través de la Comisión de Estudiantes de Pueblos Originarios en la ciudad de Formosa, llegó una nueva ayuda.
“Nos brindaban bolsones de mercaderías para todos los estudiantes de la universidad y de Institutos Superiores y un subsidio para la compra de fotocopias. Actualmente mis compañeros la siguen percibiendo y a partir 2013, a través del Ministerio de la Comunidad, el Estado entrega colchones, frazadas y sábanas a los nuevos estudiantes del interior”, detalló.