Alejandra Sosa, de 38 años de la ciudad de Clorinda, estuvo un mes ingresada en el hospital tras contagiarse de coronavirus. Afortunadamente, se recuperó y el COVID19 quedó atrás, aunque permanecerán en su memoria los momentos más duros de su experiencia con esta enfermedad.
“Hace un mes empezaba la peor pesadilla de mi vida” expresó Alejandra en sus redes sociales, y amplió en contacto con Agenfor como fue su duro transitar con este virus.
En este sentido, explicó que ella tras presentar síntomas y dar positivo a COVID, acudió al hospital local donde inmediatamente se produjo el traslado al Hospital de Alta Complejidad, ubicado en la ciudad de Formosa.
Al llegar al nosocomio capitalino sufrió un paro cardiaco, y “aunque mi corazón se detuvo, mi cerebro estaba a full, yo sentía, escuchaba, y aunque no entendía bien lo que estaba pasando, sabía que estaba luchando entre la vida y la muerte” expuso.
Por su estado delicado, fue derivada al Hospital Interdistrital Evita, en donde “vi pasar toda mi vida frente a mis ojos” dice, en un relato conmovedor, además “entre ellos una personita muy especial en mi vida me habló y aunque me hubiera gustado abrazarla eternamente, me dijo que me apure y vuelva con mi familia” se refiere, al encuentro con su abuela, mientras estaba inconsciente.
Alejandra permanecía con asistencia respiratoria mecánica y sedada, pero aun así ella afirma de que sentía todo lo que pasaba a su alrededor, destacando el trabajo y lucha constante de los enfermeros y médicos que hicieron todo, hasta lo imposible, por mantenerla estable.
Gracias al tratamiento médico y a una buena respuesta de su organismo, empezó a evolucionar. Para la joven, el “milagro” de despertar se produjo justo el 29 de marzo, fecha del cumpleaños de su hijo mayor Kevin.
De esta manera la paciente recuperada, se refirió al momento en que la pasaron a sala común, en donde tuvo que “empezar de nuevo”, ya que el proceso de recuperación implica aprender a caminar, tomar agua, a comer y recuperar la voz, pero aun así, fue rápida.
En la charla con nuestra Agencia puso de relieve la contención por parte de los psicólogos, en todo momento, sin abandonarla, además del esfuerzo enorme de todo el personal de salud para lograr su recuperación.
Finalmente obtuvo su alta médica el día 4 de abril. “Vencí al COVID-19, sólo me queda seguir venciendo las secuelas, pero lo más importante es que Dios me dio otra oportunidad y estoy viva” cerró emocionada.