Por Rodolfo Roquel
Hace algunos años una diputada por Formosa invitó a algunas compañeras del bloque frente de la Victoria PJ a visitar nuestra provincia. Todas regresaron diciendo: «En Formosa se respira peronismo» «Qué maravilloso es el peronismo de Formosa». Pasado el tiempo cabe preguntarse cuál era la particular característica de nuestro peronismo que había llamado la atención a esas diputadas que militaban en el peronismo de distintas regiones de la República.
La respuesta que se me ocurre es la autenticidad de nuestro peronismo, como forma cívica de nuestro pueblo militante. En una frase poco citada el General Perón decía que un peronista puede ser además socialista, marxista o social cristiano, pero que el dirigente peronista tenía que ser primero peronista y después cualquier otra cosa. Porque, agrego yo, esa es la condición de absoluta lealtad a nuestras tres banderas y a nuestras veinte verdades, que constituyan, como lo recordó el General a su regreso del exilio, la base y el núcleo de nuestra doctrina.
Yo sé que hay peronistas y algunos de buena fe- que aceptan, subordinarse a la política de los
imperios (estatales o privados) olvidando la soberanía nacional y la tercera posición. Que hay peronistas dispuestos a aceptar relaciones con grupos monopólicos foráneos para beneficiar a algún sector de nuestra economía, al margen de nuestra independencia económica y que hay quienes proponen recortar derechos de trabajadores y sus sindicatos para atraer inversiones nuestras a costa de la justicia social. No son malos peronistas, pero no son peronistas netos y por eso se dividen en capillas que llaman tendencias siguiendo a tal o cual dirigente.
En Formosa ese peronismo light existe en forma solamente marginal. El Movimiento como tal reconoce el liderazgo indiscutible de nuestra conducción que no se aparta del humanismo cristiano de nuestra doctrina que, todo lo que hace en favor del pueblo, de cada habitante de Formosa con una práctica constante de la justicia social. Y esa es también la postura de todos los cuadros dirigentes y de la militancia, en todo el territorio provincial. Cada peronista formoseño podrá defender otras causas: el comunitarismo, el tradicionalismo, el progresismo o el feminismo, siempre que se subordinen a las tres banderas ya las veinte verdades que constituyen el legado irrenunciable de nuestro general, sin divisiones ni retrocesos.
Nuestro gobierno provincial sabe bien en que armoniosa medida deben aplicarse los dos valores básicos de la conducción: la prudencia y la autoridad. El peronismo formoseño no se cree superior a nadie y se sabe parte de un gran movimiento nacional y continental, pero se reconoce auténtico y leal.