Por Justo L. Urbieta
Los amantes del arte ya conocen las espléndidas obras de arte de Clemar Rafael Morales, alguien quien hace más de medio siglo recaló en Formosa para ejercer el magisterio.
Oriundo de Córdoba, este cantor y guitarrero durante muchos años subió a los escenarios como integrante de Los del Bermejo, un excelente grupo vocal. Pero era desconocida la belleza de sus obras hasta que cuando se conocieron en público la gente quedó prendada de la belleza y autenticidad de lugares comunes del interior formoseño, sobre todo.
Organizó El Salón de las Pinturas donde expone sus trabajos. Aquellos que quieran contemplarlas o adquirirlas deben dirigirse a Julio A Roca 465, de la ciudad de Formosa. Quienes prefieran realizar consultas previas, pueden llamar al celular cuyo número es el siguiente: 3704524532.
Atenderá su esposa y compañera inseparable en esta tarea de relacionar la gestión cultural de Clemar con el gran público que se siente atraído por la creatividad de los hombres. Lo cierto es que el salón esta siempre a disposición de las personas que quieran visitarlo.
Morales- al que consideramos “nuestro” ya que eligió Formosa como destino de vida- no se detiene y siempre encuentra algún pretexto para salir a la búsqueda de paisajes o ensayar un boceto y hasta trabajar duro y fuerte en el taller haciendo nuevas obras y hasta experimentando ciertas formas más novedosas y renovándose constantemente.
Llegó a Siete Palmas en 1968 para comenzar su misión docente y al mismo tiempo dar rienda suelta a su pasión por la pintura.
El mismo entusiasmo
“En todos los casos-señala- conservo el mismo entusiasmo para observar el paisaje, lo que me conmueve porque hago desde el boceto hasta la terminación que es el enmarcado porque no encontraba a alguien que me pudiese realizar esos marcos y por eso despacito me embarque en la tarea de aprender ese oficio hasta que logre elaborar muy buenos trabajos”.
Pero el mayor tiempo a Morales se lo sorprende pintando y trabajando distintas técnicas, desde el lápiz de color pasando por el acrílico, la tempera, el óleo y alguna técnica mixta a lo que sumo la indagatoria sobre lo abstracto para no quedarse siempre en el paisaje, en el realismo.
“Y a lo mejor me conmueve, dentro de la misma naturaleza, lo abstracto, desde la configuración de una roca , la raíz de un árbol, las nubes y todo aquello que nos dan siempre imágenes que podemos utilizarlas para que se transformen en algo abstracto”, cuenta.
“De todos modos-admite- siempre se vuelve al primer amor…..cuando estudiábamos arte decíamos que no hay nada nuevo bajo el sol a tal punto que lo más grandioso que pueda existir son las cuevas de Altamira a partir de lo cual no sé qué ha innovado el hombre”, para poner como ejemplo la obra de Picasso y su innovación a partir de su inspiración en las máscaras africanas.
En su caso personal, confiesa Clemar que se trata de “abrevar de todo un poquito”, partiendo de los clásicos.
Las palmeras
También reconoce que su inspiración mucho tiene que ver con el objetivo local de ir recreando una identidad cultural propia evocando que tras su llegada en 1968 para ejercer como maestro en una escuela de Siete Palmas lo que más lo impresionaron fueron las palmeras.
“Me impresionó la cantidad de palmeras; me hice amigo de ellas. Por eso hice tantos cuadros donde están las palmeras que las siento como propias”, precisa para confesar que “no hago sino hacerle caso a los grandes maestros que tuve ocasión de conocer y que reiteraban acerca de la necesidad de buscar el alma del paisaje y en Formosa yo encontré eso”.
Además de los ceibos y chivatos que pintara confiesa que ha sido el rio Bermejo- al que contemplo y transito hasta de noche- lo que más lo conmovió hasta por su propia filosofía ya que cuando se produce su bajante quedan los distintos estamentos donde estuvo el agua.
Aquí se detiene para evocar a su amigo Luis Argañaraz Capdevila, docente y poeta, quien le diese nombre a uno de sus cuadros sobre el tema: “Rastro fértil del Bermejo”.
Morales señala aquí su parecer acerca del mensaje que deja el arte con casos como las palmeras, el Bermejo o los atardeceres: hacer ver lo que todo los días el hombre mira y no lo advierte o no lo siente.