Cada 29 de septiembre se conmemora el Día Mundial del Corazón, con el objetivo de concientizar a la población acerca de la importancia de las enfermedades cardiovasculares (ECV), y promover su prevención, control y tratamiento.
Las enfermedades cardiovasculares son la primera causa de muerte en el mundo. Pueden ser causadas por múltiples factores: desde hábitos como el tabaquismo, la enfermedad de diabetes, la tensión arterial alta no contralada, el sobrepeso y la obesidad, la contaminación del aire y otras patologías. Los infartos de miocardio y los accidentes cerebrovasculares (ACV) se cobran millones de vidas al año.
La Organización Mundial de la Salud (OMS) estimó que, además, la pandemia por COVID19 aumentó el riesgo de desarrollar complicaciones a quienes padecen de enfermedad cardiovascular, principalmente a quienes se contagiaron del virus y a quienes, por miedo y otros motivos, dejaron de asistir a sus controles de rutina.
Desde el Ministerio de Desarrollo Humano, alientan a la población a cuidar el corazón desde una edad temprana, como un compromiso que debemos asumir con la propia salud, fundamentalmente, a través de la práctica de hábitos saludables.
Para cuidar nuestro corazón
Una de los hábitos que ayudan es consumir diariamente alimentos sanos, con una dieta que incluya al menos 5 porciones de frutas y verduras, distribuidas en las 4 comidas del día.
A lo anterior debe sumarse, limitar el consumo de alimentos procesados y envasados, que contienen un alto contenido de grasas, azúcares y sal, ingredientes sumamente perjudiciales para la salud, sobre todo cuando se ingieren en exceso.
También es necesario la práctica de actividad física, la cual debe ser regular, de al menos 30 minutos diarios y sostenida a lo largo del tiempo. De acuerdo a la edad y a las condiciones de salud puede ser leve, moderada o intensa. Caminar, bailar, andar en bicicleta y cualquier otro ejercicio físico cuenta para poner beneficiar al corazón y a la salud.
Decir no al tabaco y al consumo excesivo de alcohol, son otros de las decisiones que favorece el cuidado para el buen funcionamiento del corazón. Además, mantener, por ejemplo, la glucemia, la presión arterial y el colesterol en niveles adecuados, estables y controlados, y un peso estable, contribuyen a prevenir la enfermedad cardiovascular.
Del mismo modo, es necesario asistir a los controles médicos periódicos para detectar los factores de riesgo asociados o las patologías que pueden potenciar la enfermedad cardiovascular.