Desde el Ministerio de Desarrollo Humano recordaron los síntomas que indican este cuadro, que puede afectar muy seriamente a la salud de personas de todas las edades, pero muy especialmente a los grupos más vulnerables que son las niñas y niños de corta edad y los adultos mayores.
Los golpes de calor son trastornos ocasionados por el aumento de la temperatura del cuerpo como consecuencia de la exposición prolongada a las altas temperaturas, al sol intenso y a la alta humedad, o por el esfuerzo físico intenso bajo temperaturas máximas.
Formosa es una provincia que suele tener altas temperaturas, no sólo en verano sino también en primavera, por lo cual se debe tener en cuenta que las personas pueden sufrir golpes de calor que, habitualmente, tienen mayor impacto en dos grupos etarios: en niños, sobre todos los más pequeños, y los adultos mayores.
“El verano aumenta el tiempo en el que pasamos al aire libre y cuando hace tanto calor, eso incrementa las posibilidades de que suframos golpes de calor y es necesario tomar las medidas de prevención adecuadas y estar alerta a los síntomas para saber cuándo una persona está sufriendo un golpe de calor”, remarcó el subsecretario de Medicina Sanitaria de la cartera de salud provincial, el doctor Manuel Cáceres.
Entre esos síntomas, mencionó que un golpe de calor puede estar indicado por piel enrojecida, caliente y seca; temperatura corporal de 40º o más; dolor de cabeza, náuseas y confusión; convulsiones y pérdida de conocimiento; respiración y pulso débil, sensación de vértigo, entre otros.
Personas mayores
Ante la aparición de alguno de esos síntomas en los adultos mayores, como también sed intensa y sequedad en la boca, sudoración excesiva, sensación de calor sofocante, agotamiento, mareos o desmayo, dolores de estómago, falta de apetito y vómitos, entre otros, “se deberá solicitar de inmediato asistencia médica, trasladar a la persona a la sombra, a un lugar fresco y tranquilo, refrescarla y darle de beber agua fresca”.
Además, advirtió que la piel apagada y escamosa, debilidad, confusión, sequedad de la boca y ojos hundidos pueden ser alertas de que la persona esté deshidratada.
Para evitar esos cuadros, sugirió “mantenerlos bien hidratados, dándoles de beber abundante agua a lo largo del día, hacerle tomar baños de agua fresca, también varias veces al día, hacerlos incorporar de la cama o de la silla de forma lenta, para evitar una baja en la tensión arterial”.
“Que no se expongan al calor en las horas de temperaturas más altas, que no permanezcan en lugares cerrados, pocos ventilados o calurosos y que estén en compañía, sobre todo cuando van a salir fuera de la casa”, señaló.
Lactantes y niños
Dentro de los síntomas que pueden tener los niños, Cáceres detalló que se les nota “mucho calor, están inquietos, incómodos, irritables. Tienen más tendencia a estar con llanto y cuando pueden hablar, pueden manifestar dolor de cabeza, debilidad y cansancio”.
Pueden tener también la piel enrojecida y erupciones en la zona del pecho, cuello y axilas; generalmente la boca está seca y los ojos pueden notarse un poco hundidos. “Eso nos indica que aparte de estar con un golpe de calor también está con un cuadro de deshidratación”, puntualizó.
Lo importante, dijo, “son los consejos que nos ayudan a evitar que ocurran esos golpes de calor, medidas que deben tomarse principalmente entre las 10 y las 16 horas, cuando hace más calor en el día, ya que el sol nos da con mayor intensidad y debemos evitar exponer a los niños a esas condiciones, porque tienen más posibilidades de sufrir esta complicación”.
Sostuvo, entonces, el funcionario que una de las medidas básicas es ofrecerle al niño abundante líquido a lo largo del día, preferentemente agua; y, de ser necesario, “se le pueda dar además, las sales de rehidratación oral que se pueden conseguir en el centro de salud más cercano o se pueden comprar en la farmacia y que aportan todo lo que el niño pierde al deshidratarse o al estar en proceso de deshidratación”.
Igualmente, pueden ser jugos de frutas naturales y licuados “que al niño le gustan generalmente y seguramente va aceptar”, indicó; y precisó que, al ofrecerle los líquidos, “debe hacerse de a poquito, de a sorbitos”.
“Si el niño está consciente, es decir, si se está comunicando con la persona que está a su cuidado, le debemos ofrecer por boca ya que lo va aceptar y lo va tolerar bien”, aseveró.
En el caso de lactantes, es decir, los que todavía se alimentan por pecho, es fundamental ofrecerle el pecho a demanda, por lo tanto, la mamá debe estar bien hidratada, tomando mucho líquido para tener la abundante secreción de leche que va tener su bebé en los días de calor.
Y otro de los cuidados importantes es evitar sentarse con ellos debajo de los árboles porque la resolana que atraviesa le puede provocar no solo un golpe de calor, sino también quemaduras de primer grado
Marcó, en tanto, que otra cosa que debe hacerse es quitarle al niño la mayor cantidad de ropa posible y ponerlo en el lugar más fresco que esté al alcance, mejor aún, si el sitio cuenta con aire acondicionado; “y darle un baño con agua fresca”, aclarando que “no es necesario que sea agua helada”.
Sin embargo, el médico pediatra, dejó en claro que, si el niño está con tendencia al sueño, muy decaído y “no entiende muy bien lo que le estamos hablando, no es aconsejable ofrecerle líquido porque se corre riesgo de que se broncoaspire”.
En esos casos, afirmó, “lo que debe hacerse, es acercarlo de forma urgente al centro de salud o al hospital más cercano, o llamar a la línea telefónica 107, al SIPEC que es el servicio de emergencia, porque seguramente se va necesitar una hidratación endovenosa para revertir ese cuadro, de golpe de calor y de shock de deshidratación”.
“Y mientras llega la ambulancia, es importante darle un baño y ponerle paños fríos para evitar cuadros febriles que pueden aparecer a causa del golpe de calor”, sugirió.
Encierros en los autos
Como otra precaución que debe tomarse, Cáceres aconsejó que “bajo ninguna circunstancia, los chicos deben quedar dentro de los autos y muchos menos cuando el vehículo va estar con el motor apagado, es decir, sin el aire acondicionado encendido”.
“El encierro aumenta la temperatura interior del vehículo y el niño corre mayor riesgo de deshidratarse. Si tenemos que bajar del auto a hacer algo, siempre debemos bajar con el niño”, sugirió contundente al concluir.