En todas las noches que juega La Unión de Formosa en el Cincuentenario, Bautista está con su camiseta puesta en el que es ya su lugar, platea baja, bien cerca del banco de suplentes local. Va a cuarto grado, entrena básquet en el Club Vialidad Provincial y lo moviliza tanto, siendo tan chico el equipo de su provincia, que a las plataformas habituales que puede pedir alguien de su edad le agregó Basquetpasss.
Hasta acá la historia la podríamos encontrar repetida en miles de chicos de Argentina que se meten en el deporte, en este caso el básquet, bien de pequeños. Sin embargo, con Bauti viene cambiado el cuento. Tiene Trastorno por Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH).
Para comprenderlo rápido es como tener un motor que va más rápido que el de los demás. A veces, esto puede ser genial, porque Bautista tiene mucha energía y entusiasmo; pero otras veces, puede ser difícil para él seguir las reglas, quedarse quieto o concentrarse en algo específico.
En contrapartida, buscando aprender sobre TDAH nos topamos con esa descripción: “los niños con TDAH son inteligentes, creativos y tienen mucho que ofrecer al mundo. Con el apoyo adecuado, pueden superar los desafíos del TDAH y alcanzar su máximo potencial”.
Y acá viene el deporte, en el caso puntual de Bauti, La Unión de Formosa. Esto cuadra en eso de “apoyo adecuado” de manera perfecta y por lo que contaron sus papás, Gabriel y Fernanda, metiéndose en el mundo del básquet, Bautista ha ido sumando un progreso tras otro que incluso a los profesionales que lo atienden, ha sorprendido.
“Gracias a todo lo que está viviendo con La Unión, comenzó a jugar básquet, que le costaba muchísimo porque es deporte de grupo y ellos son solitarios. Como padres seguimos con sus terapias y todo lo que a él le haga bien, y su amor por la Unión, los jugadores, lo está ayudando mucho”, fue lo primero que contó su mamá Fernanda, luego de una publicación que hizo en su cuenta de instagram donde mostraba orgullosa las carátulas que ellas habían diseñado para su hijo, que tenía como protagonistas que tenía La Unión de Formosa y Super Mario Bros.
De ahí en más, surgió la propuesta: Bauti tiene que estar en un entrenamiento de La Unión de Formosa y eso se cumplió esta mañana, después de una noche donde cuentan que Bauti no pudo dormir y que abrazado a su oso de peluche preferido le preguntaba todo el tiempo cuanto faltaba para ir al Cincuentenario.
Llegó el momento y Bauti, en familia, estaba en el estadio, listo para tener un cara a cara con los jugadores de su equipo. Antes de eso, conoció el vestuario, las oficinas de los entrenadores, la sala de kinesiología y llegó finalmente al gimnasio donde estrechó la mano con todos.
Después, ya de nuevo en la cancha, tuvo su primer encuentro con Sebastián Ginóbili y no tardó nada en mostrarle la bandera que en tiempo record –una tarde- le había hecho su diseñadora preferida, su mamá. De nuevo el combo de las carátulas de la escuela ahora en su “banderota”, como la definió: La Unión y Super Mario. El objetivo a cumplir, es llenar los espacios en blanco de la bandera con las firmas de todos los integrantes del equipo.
Mientras su mamá dejaba más sellos de todo lo que despierta en Bauti el básquet: “esto le da la dopamina que su organismo no genera, y no solo por un ratito, cada vez que ve la página y los likes de la publicación donde salió él, le dan una inyección terrible de dopamina que lo ayuda a regular”.
¿Qué es la dopamina? Es conocida mundialmente por ser una de las moléculas de la felicidad, proporciona placer y relajación e interviene en procesos de memoria y aprendizaje porque regula la duración de los recuerdos.
En estos tiempos, donde tanto se habla de los likes, de lo que influyen bien o mal en el comportamiento de las personas, saber que cada corazón pintado de rojo alimenta todo esto en Bauti, es simplemente hermoso. Hay que tocar nomás los corazones.
“Muchas gracias por el respeto con el que escucharon su pequeña, pero, no fácil historia, sufrió bullying e incluso discriminación y muchísimas cosas más que con La Unión se fueron cubriendo y sanando. Esto es muchísimo”, contó Fernanda.
Y su papá, Gabriel, alguna vez compañero de básquet de Félix Medina, integrante del staff técnico de La Unión, fue el encargado de contarle al equipo más de esta historia. Ahí, en el medio de la cancha, donde se cierran tantos entrenamientos y donde se celebran los triunfos y se mastican las derrotas.
Allí, generó un profundo silencio cuando tomó la palabra: A ellos -por los chicos con TDAH- les cuesta socializar y realizar actividades de grupo, algo que es vital en la vida cotidiana, se da al ir a la escuela, practicar algún deporte, hacer amigos, todo eso fortalece nuestra autoestima y nos desarrolla como personas, para todos nosotros casi de manera natural.
Continuó, afirmando que La Unión de Formosa y el deporte en sí han sido muy importantes para él. Y contó que, cuando terminó la pandemia, una etapa muy dura para él por su hiperactividad y tenía que estar encerrado en la casa, empezaron a venir a ver los partidos.
Es muy largo de explicar todas las cosas que fueron pasando a nivel neurológico y a nivel psicológico con él, pero realmente el impacto del deporte y en especial del equipo en él fue muy importante, le permitió dar saltos en su desarrollo y “eso para nosotros es genial y por eso les agradecemos y quiero que sepan que lo que ustedes hacen es parte de algo mucho más grande que solamente el deporte; el deporte es vida, el deporte es ejemplo y ustedes son parte de eso”, agregó el padre de Bautista.
Con la historia de Bauti, y como en todas de este tipo, surge la pregunta: ¿cómo se los puede ayudar? El TDAH no tiene cura, pero hay muchas maneras de aportar para que tengan éxito en la escuela y en la vida. Están los medicamentos, las terapias a cargo de profesionales de la medicina, adaptaciones en el aula y el apoyo familiar.
Con Bauti ya encontraron otra alternativa y, por lo que cuentan, muy poderosa: su equipo de básquet, La Unión de Formosa. “Una terapia”, como dijo su papá, que le posibilitó dar saltos en su desarrollo y que lo viene movilizando de una manera notable.
Nos faltó algo en esta mañana entre Bauti y el equipo, medir los niveles exactos de dopamina con los que emprendió el regreso a su casa. Bueno, en realidad no hacía falta ningún análisis clínico o algo parecido para saberlo, Bastaba con verlo caminar entre papá y mamá a los saltitos, como los que viene dando desde que eligieron llevarlo a un estadio de básquet.