Por Prof. Paulo Rossi. DNI 41.606.818
El pensamiento crítico es crucial para el progreso de la humanidad. Ya sea que nos consideremos seguidores de Descartes apelando al genio maligno o tengamos más afinidad con Popper y entendamos que toda teoría es falible, todos coincidimos en que la ciencia avanza no al repetir conocimientos ya adquiridos, sino al cuestionarlos constantemente.
En ese sentido, la crítica es siempre bienvenida. Pero existe una gran diferencia entre ser crítico y ser criticón. La primera se basa en reconocer los avances logrados hasta ahora, cuestionando todo lo necesario para seguir avanzando. Por ello es constructiva y por ello los académicos en su rol crítico se convierten así en actores fundamentales para fortalecer los conocimientos.
Los criticones, por otro lado, suelen pasar por alto los detalles que conforman el pensamiento científico, ya que su objetivo, lejos de examinar detalladamente cada logro alcanzado, es llegar rápidamente a conclusiones, que por supuesto, no ayudan a la academia a avanzar ni a la práctica a mejorar.
¿Cuál es entonces la diferencia fundamental entre ser crítico y ser criticón? La lectura, el estudio, la erudición. Por ello suele ser mucho más fácil ser criticón, ya que requiere menos tiempo y, por supuesto, menos análisis.
En el día de ayer, un pedagogo que últimamente busca más relevancia mediática que académica se expresó sobre uno de los mayores hitos de la historia educativa de Formosa, que es nada más ni nada menos que el inicio de la carrera de Medicina. Una carrera anhelada no solo por quienes se formarán en ella, sino por todo un pueblo que será beneficiado de los profesionales que allí se eduquen y presten su valioso servicio en alguno de los 184 centros de salud y 43 hospitales que integran el sistema de salud en la provincia.
El intento de crítica (que estuvo muy lejos de serlo) sobre el ingreso a la carrera de Medicina de la UPLAB se basó en una lectura vacía de contexto y superficial que ni siquiera se detuvo en analizar el proyecto institucional aprobado por la CONEAU, organismo que acredita y da validez a las carreras universitarias en Argentina, bajo la cual se establece la fundamentación y ejecución de la carrera mencionada, que lejos de la improvisación se cimenta en lineamientos nacionales al igual que las demás altas casas de estudios en el país.
Esta institución, es importante recordar, dictaminó el año pasado el reconocimiento oficial del título de medicina otorgado por la UPLAB. Dicho documento es de acceso público, claro está, para quien esté interesado en leerlo.
Presenciamos tristemente, una vez más, la defenestración del esfuerzo y anhelo formoseño. Las críticas destinadas a la Universidad Provincial de Laguna Blanca encuentran su origen desde el momento mismo de su creación, siempre por personas que lejos de ofrecer su esfuerzo en su mejoramiento, se cruzan del otro lado de la calle y enumeran los “errores” supuestamente cometidos.
¿Acaso la CONEAU, con trayectoria y conformada por un plantel de profesionales de extenso recorrido académico, desconoce la Ley 24.521 que es la que regula la educación superior en el país?
Por supuesto que no. Pero lejos de detenerse en el artículo 7 y malinterpretarlo como hace el pedagogo aspirante a crítico, analiza de manera íntegra la ley (de 89 artículos), particularmente en su artículo 35 que taxativamente expresa: “Para ingresar como alumno a las instituciones universitarias, sean estatales o privadas, deberá reunirse como mínimo la condición prevista en el artículo 7º y cumplir con los demás requisitos del sistema de admisión que cada institución establezca”.
Como bien cita la CONEAU, la Resolución 46/23 de la UPLAB define los requisitos de admisión para el ingreso que de ninguna manera son criterios de selección excluyente ni discriminación, como señala el criticón, sino que establece aprobar los exámenes del curso básico introductorio, que fue cursado por todos los inscriptos, en igualdad de condiciones, con todo el material y apoyo necesario.
Seguramente muchos de nosotros sabemos de casos de aspirantes a la carrera de Medina en la UBA, en Corrientes o Córdoba -solo por citar algunos- en las cuales es requisito para el ingreso propiamente dicho, es obligatorio la aprobación del denominado CBC es decir el Ciclo Básico Común. Sin embargo, a esas instituciones no se le cuestiona sus métodos de selección. Cabe además resaltar que las críticas se dan de manera equivocada y apresurada, debido a que la misma se realiza bajo la premisa de un número de ingresantes que aún no es el definitivo.
Quienes conocemos del tema universitario sabemos también que la CONEAU no es una institución que aprueba de una vez y para siempre las carreras, sino que periódicamente emite recomendaciones. En ese sentido, la UPLAB también las recibió y las recibirá y, como criterio general, deberá emprender un proceso de mejora continua con el cual todos estamos de acuerdo.
Sin embargo, para disgusto de los criticones, la modalidad de ingreso no fue uno de los requerimientos realizados por la CONEAU, sino todo lo contrario. Es por ello que la lectura exhaustiva antes de emitir una opinión es recomendable para quienes deseen abandonar la posición cómoda e inútil del criticón, y avanzar hacia una crítica constructiva que nos ayude a mejorar todo lo que con mucho esfuerzo hemos construido.