Opinión*
En la última sesión ordinaria de la Cámara de Diputados se aprobó la renuncia al cargo de juez de Superior Tribunal de Justicia del doctor Eduardo Hang.
Podríamos decir un juez de las cinco décadas, quien por el transcurso de la vida pidió jubilarse. Al doctor Hang, en el juicio que concluyó con la condena al genocida Colombo a 25 años de prisión en el año 2009, lo citamos como testigo de la querella, quien acudió personalmente a la audiencia pudiendo haber hecho su declaración por escrito amparándose en el artículo 250 del CPPN, dada su condición de juez provincial.
En dicho acto se les preguntó literalmente hasta el cansancio sobre los hechos que 13 años después terminaron con la condena por delitos de lesa humanidad a dos jueces de la Corte Provincial de la dictadura, a quienes se les encontró culpables de los mismos. Testimonió bajo juramento de decir verdad y aportó elementos que interesaban al debate. Les habré formulado más de 100 preguntas. La UCR con sus diputados y senador jamás concurrieron a ningún juicio, algún arrebato de vergüenza aún esbozan.
Según publica La Mañana en su edición del viernes 4, ampliando la información el sábado 5 (ver declaraciones del diputado J. C. Amarilla de pág. 14) la renuncia fue rechazada por la oposición conformada mayoritariamente por radicales, viejos bogadistas del Nuevo País y una libertaria, quienes fundaron el rechazo endilgándole al renunciante haber sido “juez del proceso” y “fiscal de estado”. Mi primera idea fue ¿se solidarizaron con el diputado radical MC víctima del Estado terrorista? No, le reprochaban haber avalado con sus fallos los atropellos de los últimos veinte años del Gobierno.
Los fallos técnicamente no dan empate, te gustan o te perjudican. En ambos casos hay remedios que se llaman recursos procesales que te permiten llegar hasta la CiDH. La oposición abroquelada pedía un juicio político y el rechazo de la renuncia. Increíble pero real. ¿Qué hizo esa misma oposición cuando se votó la Resolución Legislativa 1037/2001 que aprobó la designación de renunciante para integrar el STJ? Nada, votaron sin chistar, el propuesto tenía las condiciones exigidas para el cargo. ¿Pero dónde está la denuncia, ratificación y la tramitación del juicio político? ¿O le iban a hacer un juicio sumarísimo en minoría y sin derecho de defensa?
Aclaro que un cuarto de siglo antes impugné en el Consejo de la Magistratura al primer “juez colaboracionista” que estaba propuesto para la Cámara Civil y Comercial. Me sacaron a los bolsazos.
Lo tragicómico es que la bancada radical tiene entre sus miembros al presidente de la UCR provincial al diputado Miguel Montoya, apellido de prosapia en la historia del centenario partido. El detalle (no menor) es que el padre de ese mismo legislador es uno de los condenados por encubrimiento de delitos de lesa humanidad.
La UCR aportó sus apellidos más encumbrados para jurar sobre las actas y estatutos del proceso en el Poder Ejecutivo y en el Poder Judicial ni bien el genocida Colombo usurpó el sillón de Fotheringham. Cuando se recuperó la democracia, los exmagistrados-condenados tenían 48 años menos y no se iban a ir, como diría el diputado Amarilla “así nomás”, y menos presentar sus renuncias.
Hubo que echarlos por resoluciones legislativas y la visita de una delegación a España 1, donde los jueces procesistas se parapetaron esperando una ayudita del ministro del Interior de entonces -doctor Antonio Troccoli- que nunca llegó. Se fueron con la frente marchita reciclándose en democracia.
La oposición legislativa que exhibe cruces y estampitas se acostumbró a “ver la paja en el ojo ajeno y no la viga del propio” (Lucas 6:41 y Mateo 7:3).
*Williams Dardo Caraballo
Abogado