Desde el Ministerio de Desarrollo Humano se recuerda que una alimentación saludable es aquella que aporta todos los nutrientes esenciales y la energía que cada persona necesita para mantenerse sana.
Esto se logra a través del consumo de alimentos variados, que aseguran la incorporación y el aprovechamiento de todos los nutrientes que necesitamos, en los primeros años para un buen crecimiento y desarrollo y, en la edad adulta, para vivir saludablemente.
La alimentación diaria debe ser completa, variada y equilibrada para cubrir nuestras necesidades alimentarias básicas, porque “necesitamos alimentarnos para poder vivir” y para que “nuestro cuerpo funcione correctamente”. A su vez, esto contribuye a prevenir “o a reducir el riesgo de sufrir distintas enfermedades, de las cuales algunas pueden evolucionar en otras más graves con el paso del tiempo”, aseguraron nutricionistas de la cartera de salud provincial.
Y, seguidamente, insisten en que además de prevenir el desarrollo de enfermedades como: sobrepeso, hipertensión, diabetes, obesidad, anemia, patologías cardiovasculares y ciertos tipos de cánceres, alimentarse saludablemente “mejora la calidad de vida en todas las edades”.
Sugerencias a tener en cuenta
Para comer sano se recomienda distribuir los alimentos en cuatro comidas principales (desayuno, almuerzo, merienda y cena), más dos colaciones ubicadas entre las comidas.
Comenzar el día con un buen desayuno es un hábito fundamental; debe incluir lácteos, frutas, cereales o pan. El almuerzo y la cena deben contener verduras y, preferentemente, una fruta de postre. También pueden incorporarse: carnes rojas o blancas, legumbres, cereales integrales, semillas y frutas secas.
Otro punto importante a tener en cuenta es moderar el tamaño de las porciones, consumir como mínimo, al día, dos frutas y tres porciones de verduras de todo tipo y color. En ambos casos se recomiendan las que sean frescas de estación. En el caso que se consuman cocidas, la cocción debe hacerse preferentemente con cáscara y en trozos grandes, al vapor o al horno. Si se hierven debe ser en poca cantidad de agua.
Respecto a la ingesta de líquidos, lo principal es beber mucha agua, “como mínimo de dos a tres litros al día”. También pueden ser jugos de frutas naturales, infusiones y evitar los jugos artificiales, azucarados y bebidas alcohólicas.
También es importante cocinar con la cantidad de sal recomendada por día o “mejor si se puede reemplazarla por hierbas y especias como perejil, albahaca, tomillo, romero y otros condimentos, evitando siempre colocar el salero en la mesa”. Lo mismo sucede con el consumo de azúcar, el cual debe ser “limitado” porque su ingesta en exceso está vinculado también al desarrollo de afecciones crónicas.
Finalmente, desde el área de nutrición sostienen que “siempre es preferible el consumo de comidas caseras, elaboradas en la casa y no las que vienen envasadas, embutidas o compradas en la calle”, porque contienen conservantes, más sal de lo recomendado y otros elementos que resultan perjudiciales.