Para evitar complicaciones en el organismo causadas por la falta de líquido en las cantidades adecuadas
Los días de alta temperatura y humedad pueden transformarse en un gran riesgo para la salud. Debemos estar atentos y evitar que esto nos afecte. Para ello, desde el Ministerio de Desarrollo Humano recomiendan prestar especial atención a la pérdida del agua corporal y a los cuadros de deshidratación.
Durante los días de calor, sobre todo de temperaturas extremas, es fundamental incorporar al organismo el agua necesaria, garantizando un equilibrio hídrico adecuado y constante, tomando la cantidad necesaria de agua, entre 2 y 3 litros al día como mínimo, con intervalos regulares, bebiendo despacio y a pequeños sorbos.
Grupos de mayor riesgo
Cualquier persona puede ser víctima de una situación de deshidratación pero hay personas que tienen mayor riesgo de sufrirla, dependiendo de factores como: la edad, la intensidad y duración de las actividades físicas o del trabajo que se realizan, la cantidad de sudoración de cada individuo, la temperatura y humedad ambiente, entre otros.
Dichos factores condicionan la cantidad de agua que debemos beber diariamente, hasta el punto de llegar a incrementarse entre dos y seis veces, según el requerimiento de cada organismo.
Entre los grupos más vulnerables a ser afectados se destacan: niños y lactantes, embarazadas, adultos mayores, personas con enfermedades crónicas, personas con sobrepeso o bajo peso, personas con discapacidades, convalecientes e internados, trabajadores que realizan tareas intensas al aire libre y personas que hayan sufrido patologías derivadas de las altas temperaturas, como por ejemplo un golpe de calor.
¿Cómo prevenir?
En los días de temperatura adecuada, perdemos entre 2,5 litros de agua al día a través de los mecanismos de sudoración, respiración, etc. Por eso, en los días de altas temperaturas debemos beber más agua, de forma constante y sin esperar a tener sed, ya que esta sensación puede ser un síntoma de alerta para el cuerpo, que nos está indicando que la deshidratación ha comenzado.
Beber 1 o 2 vasos de agua en las principales comidas, contribuye no solo a hidratarse, sino también a la absorción de los nutrientes y las vitaminas necesarias para el buen funcionamiento del organismo.
Llevar una botella de agua siempre y tenerla a mano, ayuda a poder hidratarse periódicamente. También evitar el consumo de alimentos con alto contenido de grasas y reemplazarlos por comidas con mayor cantidad de vegetales, frutas y verduras es una manera de incorporar agua, ya que estos alimentan contienen un alto contenido de líquidos.
En las horas de calor más intenso, es aconsejable permanecer en lugares frescos o a la sombra. Cuando la temperatura exterior sea superior a la interior del lugar donde estamos, debemos mantener las ventanas y persianas cerradas y los parasoles o toldos bajos, para conservar el ambiente fresco.
Los trabajadores que hacen sus labores al aire libre necesitan mantener el hábito de la hidratación para prevenir pérdidas importantes de agua, que se producen a través del sudor y del esfuerzo físico intenso.
Las tareas cotidianas más pesadas deben planificarse para las horas de menos calor y realizar pausas de descanso con frecuencia para recuperarse, como mínimo cada media hora o cada hora, en lugares a la sombra o frescos, aprovechando ese momento para rehidratarse.
Al momento de hacer actividad física, elegir hacerlo al aire libre, en lugares que hay mayor circulación de aire y durante las horas en que la temperatura es más baja –primeras horas del día o luego de la caída del sol-. Es conveniente además, bajar la intensidad y la duración, hacer descansos más frecuentes y prolongados, usar vestimenta liviana, holgada y de colores claros, hidratarse antes, durante y después de hacer el ejercicio.
Evitar la exposición directa a los rayos del sol, sobre todo en las horas de mayor incidencia, entre las 10 y las 17 hs. El sol intenso es uno de los factores externos que facilita más la evaporación de agua de nuestro organismo. Refrescarse, mojarse cara, manos y nuca, y bañarse, son prácticas que ayudan a mantener la termorregulación del organismo.