Por
Rodolfo Roquel
DNI: 7.482.425
Nuestros queridos liberales, más o menos libertarios, con distintos argumentos terminan siempre diciendo que la causa de la inflación es el gasto público que lleva a una emisión descontrolada. Y proponen que distintas monedas (pesos, dólares, euros, etc.) tengan curso legal en nuestro país, al menos hasta una total dolarización.
Los libertarios de izquierda o anarquistas se olvidan del pecado original, los de derecha o anarco capitalistas en este tema se olvidan además de la ley de Gresham.
Veamos un ejemplo lo más lejano posible en el tiempo para que no parezca contaminado por la política actual.
Relatan Barrantes y Durán en su Breve Historia del Feudalismo que en el siglo III el Imperio Romano sufrió una inflación; explican que tradicionalmente Roma acuñaba monedas de tres metales: las de bronce (as), plata (sestercio y denario) y de oro (áureo y sólido).
Las guerras de conquista habían reportado de Roma de acceso los yacimientos de minerales que eran explotados por el trabajo de los prisioneros de guerra esclavizados, al cesar las conquistas y el agotamiento de ciertos yacimientos, más la escasez de esclavos, las monedas de oro aumentaron su valor, mientras que las de plata y bronce se devaluaban, lo cual era la consecuencia del principio según el cual el dinero malo desplaza al bueno.
La gravedad de la crisis inflacionaria se advierte cuando se tiene en cuenta que el precio de los cereales aumentó veinte veces entre los años 255 y 294, mientras que en el siglo I hasta mediados del III solo había aumentado tres veces.
El resultado fue evidente: el aumento de los precios por una parte y el acaparamiento de la moneda de oro por las clases senatoriales y oligárquicas hizo que los pobres fueran más pobres y los ricos mucho más ricos.
Lo que vino después es historia sabida: sustitución de la esclavitud por el vasallaje y establecimiento del gobierno de los ricos sobre la inmensa mayoría de trabajadores rurales conocido como régimen señorial que duró prácticamente hasta la Revolución Francesa, con un período, desde el imperio carolingio hasta un par de siglos después, que adoptó la forma de feudalismo con dos notas características: las relaciones de vasallaje en la clase dominante y la confusión del poder político con la propiedad señorial.
Y todo porque la moneda mala desplaza a la buena, lo que los desde el siglo XVI llaman la ley de Gresham.
Eso es lo que hoy, siglos después, en Argentina, nos guste o no, circulan dos monedas: el peso y el dólar. Mientras que el segundo mantiene su nota de reserva de valor, el primero se devalúa.
Este fenómeno ocurre por la misma razón que bajo Septimio Severo y Caracalla hace casi dos milenios: el acaparamiento de la moneda buena por los ricos, dejando que la moneda mala se envilezca para los pobres.
Hoy la moneda valiosa se acapara o se fuga a paraísos fiscales y nosotros tenemos que soportar la inflación.
El problema no es solo económico, es político y social. ¿Quiénes son los feudales? Para combatir la inflación se necesita justicia social, aunque a algunos les horrorice en concepto.