Escribe: Daniel Moreno. Integrante del Tribunal Electoral Permanente de la provincia de Formosa. Abogado. Doctor en Derecho Público, Política y Gobierno. Especialista en Administración Pública Provincial y Municipal, en Derecho de Familia y en Derecho Procesal, Diplomado en Instituciones Profundizadas del Derecho Individual del Trabajo, en Ciencias Penales, en Derecho Constitucional y Derechos Humanos. Estudios Avanzados en Derecho Electoral y Marketing Político. Exdocente universitario (UCASAL y UCP) y Exobservador electoral internacional. (Brasil, Chile y Paraguay).
En las últimas semanas los argentinos recibimos la triste noticia que dos conciudadanos perdieron la vida ante la falta de atención médica en la República de Bolivia, probablemente por carecer de recursos económicos, como ocurre en los países del mundo donde no existe un Estado presente.
Noticia que nos causó una profunda indignación como hombres y mujeres de bien, especialmente en nuestra sociedad formoseña profundamente humanista y cristiana, donde no podemos concebir que se le niegue la debida atención médica a un ser humano, cualquiera fuera su nacionalidad y mucho menos su situación socioeconómica.
Este desagradable escenario rápidamente nos remonta a las políticas públicas implementadas por los gobiernos neoliberales, como las practicadas recientemente en los Estados Unidos de América por Donald Trump o en la República de Brasil por Jair Bolsonaro, cuando por ejemplo durante la feroz pandemia del COVID-19, que causaba miles de muertes en todo el mundo, ellos la tildaban de una simple gripe (gripesiña).
Entiendo que esto pueda ser un contexto normal en estos gobiernos neoliberales, donde una de sus premisas es que el sistema de salud, aun siendo considerado un derecho humano por excelencia por la Organización Mundial de la Salud (OMS), debe estar en manos de los privados y por consiguiente debe ser pagado por quienes tienen que utilizar el servicio, sin importar su condición económica.
Porque más allá de los nombres propios de quienes lideren esta ideología, en cualquier lugar del mundo, al que parece no escapar en la actualidad nuestro país, estos espacios políticos; ¨son agrupaciones extremistas que de manera radical propician implantar ideologías fascistas o nacionalistas de tipo antidemocrático¨.(conf. Gregorio Badeni. Tratado de Derecho Constitucional. T I. Págs. 760/761. Ed.LL).
Estos partidos o espacios políticos que incluso aparentan tener algunas diferencias entre sí, en cuanto a sus propuestas y esencialmente en la dureza y forma de llevarlas a la práctica, los podemos encontrar en sus diversas inclinaciones, desde las más moderadas hasta las más ultraliberales, como ocurre en la actualidad en nuestra sociedad, pero que en esencia responden a un mismo denominador común, la privatización de los servicios y funciones básicas de un Estado.
Es decir, coinciden en el achicamiento del Estado,entregando los servicios públicos esenciales a los privados (anarcocapitalismo extremo), dejando la oferta y la demanda en manos de los particulares, pero sin tener en cuenta la diferencia de poder entre uno y otro, pasando a ser los ciudadanos unos simples usuarios o clientes de alguna empresa privada.
Lo que nos lleva a la constitución de una sociedad donde solo existe la clase alta adinerada con acceso a los derechos fundamentales como servicios de salud, educación, justicia y seguridad, entre otros, como lo vemos en países vecinos como Bolivia, Brasil, Colombia, Paraguay y Perú, dejando a la mayoría de los ciudadanos fuera del sistema, como lo vivimos en nuestro país en los años noventa.
Los formoseños tenemos la posibilidad de apreciar por vivencia casi propia, esta situación en la República del Paraguay, donde por ejemplo los altos costos en la educación impiden su acceso a la gran mayoría de la población, donde llegar a la Universidad es una utopía, lo mismo ocurre en el ámbito de la salud.
Por ello, pese a la inflación que aqueja a nuestro país hace varios años, ciudadanos de otros países de nuestro continente siguen eligiendo a la Argentina para vivir, trabajar, educarse o recibir salud. Así vemos a brasileños y chilenos colmando nuestras Universidades, no solo por el nivel y prestigio que tiene la educación argentina, sino por ser gratuita y pública.
Así, el acceso irrestricto a la Universidad pública consagrado por el Gobierno radical del doctor Raúl Alfonsín o las becas y entrega notebook de los gobiernos peronistas, por citar algunos ejemplos, solo serán un recuerdo en un posible gobierno neoliberal.
Estas son las propuestas de los espacios neoliberales comúnmente ligada a los partidos de derecha o ultraderecha, al respecto dice Badeni, que estos suelen: ¨perseguir fines transpersonalistas, relegando a un plano secundario la libertad y dignidad de la persona humana que, como tal, no es una finalidad, sino un medio para el logro de fines que, en una escala axiológica, son considerados superiores, tales como la grandeza del Estado, de la Nación, la superioridad de una raza, de una religión o de una clase social¨ (sic).
Estos espacios neoliberales o de ultraderecha que aparecen cada tanto en algún tiempo y espacio del mundo, logrando resumir una larga lista del descontento social o simplemente señalando que el Estado no funciona y ofrecen de la noche a la mañana soluciones mágicas que al poco de ser analizadas se advierte su inconsistencia y fundamentalmente su imposibilidad legal, técnica o de hecho de llevarlas a la práctica no son nuevos.
Como ejemplos podemos señalar que en 1992 apareció en Estados Unidos el texano neoliberal Henry Ross en la carrera presidencial como candidato independiente (sin partido político), proclamando como eje casi único de su campaña la reducción del déficit gubernamental al que lo llamaba ¨la tía loca del sótano¨ de la que nadie quiere hablar, que encontró rápidamente la adhesión de muchos republicanos y demócratas molestos. Igualmente en Francia en el año 2002 encontramos a Jean Marie Le Pen del Frente Nacional (ultraderecha) con propuestas extremas como la pena de muerte y la expulsión de los inmigrantes ilegales, que se suman a los conocidos Trump y Bolsonaro como casos testigos.
Por ello este año casi treinta y seis millones de argentinos nos encontramos ante una nueva posibilidad, ya no solo de ejercer el derecho constitucional y democrático por excelencia de elegir nuestras autoridades nacionales, sino de impedir un atraso civilizatorio en materia de derechos y garantías.
Así en estas elecciones, no solo vamos a elegir al próximo Presidente de la Nación, sino también vamos a decidir qué modelo de país queremos para nuestros hijos, donde cada vez más analistas, observadores y dirigentes políticos señalan que hasta la democracia parece estar en juego.
Estos son, sin lugar a duda los desafíos que nos ciñe como sociedad, entendiendo que la posición que tiene al hombre como fundamento y fin de toda organización, procurando salvaguardar la libertad y dignidad de la persona frente al ejercicio abusivo del poder, es la que nos dignificara en el marco de nuestra democracia con un Estado presente.
Por ello, al decir de Eduardo Galeano (1940-2015), periodista, escritor, pensador y filósofo uruguayo, ¨la neutralidad es imposible en un mundo que se divide entre indignos e indignados¨, por ello este domingo 22 de octubre cada uno de nosotros puede elegir en qué lugar quiere estar.