La disciplina fiscal es una de las banderas más importantes del Gobierno de Javier Milei. Sin embargo, las medidas de ajuste no fueron suficientes para que la gestión libertaria pueda hacerse cargo de los compromisos financieros de julio sin gastar más de lo recaudado.
Julio marcó el primer mes del Gobierno de Javier Milei con déficit financiero. Si bien se cumplió con el superávit primario de $908.253 millones, el aumento de los intereses de deuda llevó al déficit financiero de $600.957 millones.
Si bien esta cifra aún no compromete el déficit cero anual, significa un traspié a una de las principales banderas de Milei y una señal de que el método de la “disciplina fiscal” podría estar encontrando su techo.
Dificultades del déficit cero
Desde que asumió la Presidencia en diciembre, Milei aseguró que aplicaría la disciplina fiscal para llegar al “déficit cero”. Para ello, recortó y eliminó distintos gastos del Estado nacional, además de refinanciar o postergar compromisos y deudas.
El problema es que, como resultado del recorte, provocó un atraso en los salarios y jubilaciones en relación a la inflación, lo que hizo caer el consumo y generó una ola de despidos y cierre de negocios. Eso, a su vez, implica una menor recaudación por medio de impuestos como el IVA o aportes, que reduce la posibilidad del Estado de realizar medidas compensatorias a la crisis y asumir los compromisos de las deudas que posterga.
Ante este escenario, el Gobierno de Milei podría verse en la necesidad de profundizar aún más las medidas de ajuste si quiere seguir cumpliendo con su bandera del déficit cero, retrasando aún más los salarios y jubilaciones de la gente para cumplir con los intereses y compromisos financieros.
¿Qué dice Milei?
A pesar de las dificultades de la gente, el presidente Milei aseguró que mantendrá la bandera del “déficit cero”. Incluso, adelantó la semana pasada en el Consejo de las Américas que realizará un rediseño en la forma en la que se escribe el presupuesto, para que no solo haya déficit cero, sino que no se contraiga nueva deuda.
El problema, según el Presidente, es que “el riesgo país de Argentina es de 1.545 puntos básicos, lo que le impide colocar deuda en los mercados internacionales”. Por ello, prometió presentar el 15 de septiembre una Ley de Presupuesto en donde el resultado primario sea igual a los intereses a pagar.
La idea es que, al no tomar nueva deuda, la relación deuda-PBI vaya bajando con el pago de los compromisos y esto haga que el PBI baje. Para ello, también instó a las provincias a realizar el compromiso de ajustar los gastos, ya que “solo con el ajuste nacional no alcanza”.
¿Cuál es el problema?
El problema es que, como se está observando, el ajuste del gasto público para mantener el déficit cero está provocando un achicamiento en el consumo y, por consiguiente, en la economía. Esto compromete la baja en la relación deuda-PBI, ya que aunque el dinero se utilice para pagar deudas, el achicamiento en la economía reduce también el PBI.
Es por ello que países del primer mundo y con poco riesgo país no se preocupan por mantener un déficit cero. En el último año, países como Estados Unidos, Japón, Reino Unido o Francia registraron déficits que van desde el 8,3 al 5,8%.
Esto es porque las mejores economías del mundo entienden que el déficit no se mide tanto por el presente, sino por la proyección de crecimiento. Un país puede darse el lujo de gastar un 4% más de lo que recauda si proyecta que tendrá un crecimiento de dos o cuatro puntos del PBI el año próximo.
En cambio, un recorte del gasto público significa un recorte en la inversión, lo que puede implicar una mayor necesidad de recorte el año próximo si no se compensa con algún plan productivo.
Ley de Déficit Cero
Lo que dijo Milei en el Consejo de las Américas no es la primera vez que se hace en Argentina. Ya en el 2001, el entonces presidente Fernando de la Rúa llevó al Congreso la Ley de Déficit Cero. La presencia de Federico Sturzenegger en el Gobierno de Milei también se suma a la remembranza, ya que el propio Sturzenegger fue secretario de política económica en ese momento.
La Ley de Déficit Cero, promulgada el 31 de julio del 2001, establecía que el gasto público no podía superar la recaudación, lo que implicaba recortes drásticos en el gasto estatal, incluyendo salarios y jubilaciones.
La implementación de la Ley de Déficit Cero llevó a recortes significativos en el gasto público. Esto incluyó una reducción del 13% en salarios y jubilaciones, lo que afectó severamente a la población, especialmente a los sectores más vulnerables.
Sin embargo, estos recortes no lograron controlar el déficit y, en cambio, profundizaron la recesión al reducir la actividad económica y la recaudación fiscal. La ley no generó la “confianza” esperada en los mercados financieros.
En lugar de estabilizar la economía, el riesgo país se duplicó en pocos meses, lo que llevó a una fuga de capitales y a la eventual crisis bancaria conocida como el “corralito”, implementada el 2 de diciembre de 2001, que restringió el acceso a los ahorros en los bancos.