Por Rodolfo Roquel
Desde la Revolución Francesa han surgido tres grandes interpretaciones de la realidad: el Liberalismo, el Socialismo y el Nacionalismo o Tradicionalismo. El primero fundado en la propiedad privada de los medios de producción y la libertad del mercado. El segundo fundado en la aptitud de la clase trabajadora. El tercero el sostén de la voluntad de ser libre la nación en todos sus elementes y no cambiar de manera esencial.
Estas tres formas (las cuales parecen irreprochables) pueden deformarse y venir hacer totalitarias, y es lo que ha ocurrido: el Socialismo se tornó en comunismo de Lenin, Stalin y compañía. Con el Nacionalismo de venido al Nazismo racial de Hitler. El Liberalismo se ha tornado, en su forma totalitaria en libertarismo o anarcocapitalismo.
Estas tres formas son incompatibles con la dignidad de la persona humana, las enseñanzas cristianas y la esencia de la democracia. Por tener como objetivo la acumulación excesiva de riqueza y eliminar lo público por privado, constituye un grave perjuicio para la soberanía, la justicia social y el sistema democrático. Y para esos ataques, la democracia tomada en serio, el parlamento y el sistema federal.
El federalismo ha sido reconocido como el gran defensor de los pueblos desde los tiempos de Artigas hasta nuestros días en que ese rol lo cumple Gildo Insfrán. Cuando haya alguna provincia que capitule ante el totalitarismo, los formoseños podemos enfrentar sus quebrantos con confianza en nuestro pueblo, su conducción y la Virgen del Carmen.