El doctor Julio César Gómez, titular de la Entidad de Control Lechero Oficial (ECLO) 131 de la Universidad Nacional de Formosa, destacó que en el marco del trabajo que se viene realizando en investigación, desarrollo tecnológico e innovaciónse le ha dado importancia a dos aspectos que estaban descuidados en el mundo lechero tropical y subtropical: la calidad de la leche y la producción por vaca.
“Todo esto es el resultado de muchos años de esfuerzo”, sostuvo, agregando que “venimos de una zona no tradicional de lechería, después fue zona incipiente y hoy la denominada lechería extrapampeana ya es una realidad en el Norte argentino, en el NEA, NOA y los países limítrofes”. Mencionó allí a “Formosa con la empresa Santa Úrsula y Paraguay, donde hay varias empresas importantes y los menonitas, a los que se suman los brasileros que están avanzando bastante en productividad, no en calidad”.
Abundó diciendo que en el marco del trabajo de la ECLO 131 “hemos observado que hay una tremenda brecha tecnológica que acortar que se debe hacer desde la Zootecnia fundamentalmente, pero hay que incorporarle algunos elementos que son la alimentación, la sanidad y la reproducción”, destacando en ese sentido la cooperación técnica que se lleva adelante con la Universidad de Nueva Zelanda, lo que permitió adaptar a las necesidades locales un software que calcula las pérdidas económicas de la mastitis.
“Muchos zootecnistas y veterinarios famosos vienen sosteniendo que el gran problema que están teniendo los tamberos en América Latina es que en el momento del ordeño se descuida un concepto básico que es la calidad”, puntualizó, subrayando que “nosotros justamente hemos dado importancia a dos aspectos que estaban descuidados en el mundo lechero tropical y subtropical: la calidad de la leche y la producción por vaca”.
Destacó Gómez que “ése es el único secreto de este grupo científico que viene hace bastantes años trabajando y que tengo el gusto de liderar como académico. Hoy mostramos desde la Universidad Nacional de Formosa este proyecto de calcular la rentabilidad a través de componentes biológicos que son los análisis de la leche que se hacen de los tambos, de las células somáticas, que luego se cargan al software”.
Contó a su vez que “el primer tambo que se ofreció a trabajar con nosotros para probar esta nueva tecnología fue Santa Úrsula, de la familia Maglietti, y luego se sumaron dos tambos más, donde logramos medir la rentabilidad diaria, mensual y anual de los mismos”. De esta manera, se logró estandarizar el trabajo y “hoy todos los tambos que trabajan con nosotros tienen mediciones para hacer los análisis y tomar decisiones diarias, mensuales y anuales, hacer seguimientos o loteos”, concluyó.