El presidente del bloque de Diputados del PJ, Agustín Samaniego, impugno a su par nacional Martin Hernández, a quien situó entre “los formoseños lejanos de valorar el tiempo de la Argentina donde nuestra provincia alcanzó un crecimiento infraestructural histórico”.
Significo que “para apreciar en toda su dimensión esos años existen dos requisitos indispensables: amor sincero a Formosa y honestidad intelectual”, afirmando que “a todas luces el parlamentario padece agenesia, quizás genética, de ambas cosas”.
Evaluando “sus antecedentes y los intereses que defiende, es evidente que lo que en realidad les molesta es la inauguración de obras de infraestructura básica y social, y el sentido igualitario de las mismas, y no la supuesta y trasnochada idea de corrupción”.
Para Samaniego resulta “inaudito y hasta desopilante, que los responsables estelares de la gestión corrupta de la ciudad capital en momentos donde la ciudadanía confió en su hermano y entonces su jefe político, pretendan convertirse, con una desfachatez a toda prueba, en adalides de la lucha contra la corrupción”.
Incluso advierte que “por si eso fuera poco, estas aseveraciones provienen de alguien que no solo forma parte de un gobierno nacional que discrimina, ignora y niega a la provincia que tiene que defender, sino que hace de los negocios particulares casi el leitmotiv de su gestión”.
Para el legislador del PJ, “hablan de corrupción aquellos que están teñidos de actos que harían delicias hasta, por ejemplo, los legendarios atracadores Bonnie y Clayde. Hablan de democracia y libertad aquellos que tienen muy cerca a referencias indiscutibles de los tiempos oscuros de la última dictadura militar”.
Expuso finalmente que “en Formosa cultivamos valores que muchos evidentemente no comprenden ni comparten. Reconocer la valía de hombres que han fortalecido el crecimiento de nuestra provincia y de su pueblo, es un acto de nobleza y de hombría de bien”, afirmando concluyente en que “aquellos que traicionan su propia ideología radical entregando sus banderas históricas, por supuesto, no encuentran explicación en la lealtad a las convicciones”.