Clemar Morales, quien celebra sus 50 años con el arte, no se detiene y siempre encuentra algún pretexto para salir a la búsqueda de paisajes o ensayar un boceto y hasta trabajar duro y fuerte en el taller haciendo nuevas obras y hasta experimentando ciertas formas más novedosas y renovándose constantemente.
“Trato de no quedarme en esas formas, en las cosas quietas que en algún momento a lo mejor tuvo éxito para buscar otras formas, otros rincones”, relata este cordobés que llego a Siete Palmas en 1968 para comenzar su misión docente y al mismo tiempo dar rienda suelta a su pasión por la pintura.
“En todos los casos-señala- conservo el mismo entusiasmo para observar el paisaje, lo que me conmueve porque hago desde el boceto hasta la terminación que es el enmarcado porque no encontraba a alguien que me pudiese realizar esos marcos y por eso despacito me embarque en la tarea de aprender ese oficio hasta que logre elaborar muy buenos trabajos”.
Pero el mayor tiempo de Morales lo sorprende constantemente pintando y trabajando distintas técnicas, desde el lápiz de color pasando por el acrílico, la tempera, el óleo y alguna técnica mixta a lo que sumo la indagatoria sobre lo abstracto para no quedarse siempre en el paisaje, en el realismo.
“Y a lo mejor me conmueve, dentro de la misma naturaleza, lo abstracto, desde la configuración de una roca , la raíz de un árbol, las nubes y todo aquello que nos dan siempre imágenes que podemos utilizarlas para que se transformen en algo abstracto”, cuenta.
“De todos modos-admite- siempre se vuelve al primer amor…..cuando estudiábamos arte decíamos que no hay nada nuevo bajo el sol a tyal punto que lo más grandioso que pueda existir son las cuevas de Altamira a partir de lo cual no sé qué ha innovado el hombre”, para poner como ejemplo la obra de Picasso y su innovación a partir de su inspiración en las máscaras africanas.
En su caso personal, confiesa Clemar que se trata de “abrevar de todo un poquito”, partiendo de los clásicos.
Pero también reconoce que su inspiración mucho tiene que ver con el objetivo local de ir recreando una identidad cultural propia evocando que tras su llegada en 1968 para ejercer como maestro en una escuela de Siete Palmas lo que más lo impresionaron fueron las palmeras.