Existen múltiples medidas que deben implementarse a diario para prevenir enfermedades. Entre ellas, el lavado de manos frecuente es una de las más recomendadas para evitar la transmisión de gérmenes perjudiciales y por consiguientes infecciones casadas por los mismos.
En tal sentido, especialistas del ministerio de Desarrollo Humano de Formosa, reiteraron una vez más que las manos son una zona del cuerpo que está en contacto directo con objetos, personas e innumerables agentes infecciosos. Por lo tanto, en esta razón se funda la importancia de mantener su higiene de manera permanente.
La práctica del lavado de manos “con agua y jabón” es una medida muy sencilla, económica “que está al alcance de todos y es altamente efectiva” para prevenir “virus y bacterias” y evitar el contagio de enfermedades que pueden ser desde leves hasta muy graves como por ejemplo las “diarreicas y respiratorias” entre otras.
“Junto a la aplicación de las vacunas con el carnet siempre al día, la higiene constante de las manos, sobre todo antes de comer y luego del ir al baño, conforman la base en la prevención de enfermedades en general”, insistieron. Al tiempo, alentaron a las familias y a la comunidad a poner en práctica “este hábito tan sencillo pero tan eficaz”.
Recordaron que para que sea realmente efectivo, siempre debe utilizarse agua y jabón y debe hacerse al menos por 20 segundos “frotando una mano con otra en la palma, el dorso, entre los dedos y las muñecas”.
“Si se usan adecuadamente, todos los jabones son igualmente efectivos para remover los agentes infecciosos que causan las enfermedades”. Aclararon que si no se cuenta con jabón y solo cuando las manos no estén visiblemente sucias “eventualmente” se puede reemplazar el lavado de agua y jabón por el “lavado con alcohol en gel”.
Los momentos que más requieren el lavado de manos son: antes y después de manipular alimentos o amamantar. Antes de comer o beber y después de manipular basura o desperdicios. Después de tocar alimentos crudos y antes de tocar alimentos cocidos.
Después de ir al baño, sonarse la nariz, toser o estornudar y luego de cambiarle los pañales al bebé. Luego de haber tocado objetos “sucios”, como dinero, llaves, pasamanos, etc. Al venir de la calle, el trabajo o la escuela y llegar a la casa. Y después de haber estado en contacto con animales.