Por Fernando Galarza*
El año 1945 iniciaba con una ofensiva del Ejército británico en el norte de Birmania y el Comité de Lublin se declara Gobierno provisional polaco, se ponía fin a la segunda guerra mundial, en nuestro país iniciaba el segundo año de la presidencia de facto de Edelmiro Julián Farrell, ese mismo año nacía en el mundo el Movimiento Político más popular, profundamente cristiano y humanista.
A principios de octubre de ese año, Perón fue obligado a renunciar a todos los cargos públicos que ocupaba con el objetivo de desarticular su programa político. Fue detenido y trasladado a la isla Martín García. El Comité Central Confederal de la CGT declaró una huelga general a partir de la hora cero del 18 de octubre “como medida defensiva de las conquistas sociales amenazadas por la reacción de la oligarquía y el capitalismo”. La iniciativa sindical fue, sin embargo, desbordada por las bases, y desde la tarde del 16 de octubre los obreros empezaron a dejar sus lugares de trabajo. El 17 de octubre de 1945, miles de trabajadores provenientes principalmente del cordón industrial del Gran Buenos Aires se acercaron a Plaza de Mayo reclamando la presencia de Perón. El gobierno debió finalmente ceder a la presión popular y el general fue trasladado a la capital. Por la noche, Perón pudo estrenar su saludo con los brazos en alto.
Esa movilización histórica y popular, no solo obligó al gobierno a liberar a Perón, también dio nacimiento al Movimiento Nacional Justicialista. Eso último es lo que lo hace único al Peronismo, su forma de emerger en la política argentina. No nació como una creación de los grandes emporios económicos que buscaban que empresarios y ceos manejen el país a sus antojos, nació por decisión popular, nació porque la clase obrera y trabajadora, los sectores desprotegidos de la patria, veían en Perón la esperanza de conquistar derechos.
Sin dudas esa movilización constituyó también en la máxima expresión de lealtad que un pueblo puede expresar a un conductor.
El domingo 24 de febrero de 1946 Perón gana las elecciones a José Tamborini – UCR- con el 52,84 % de los votos y asume su primera presidencia el 4 de junio de 1946 y la Argentina empieza a escribir las más brillantes páginas de su historia, la verdadera.
El peronismo como fuerza política supo sobrevivir a numerosos ataques, no solo al partido como institución o herramienta para una elección, también atacaron y atacan a los hombres y mujeres que militan en este espacio, con el fin de debilitar y alejarnos del poder.
En nuestra tierra joven, que no batalló las guerras por la independencia, luego de años de oprobio y dominación nacional se ha erigido por decisión popular un bastión de libertad y felicidad inexpugnable, con un conductor esclarecido y formidable, heredero del pensamiento libertario de San Martín y forjado en la actualización doctrinaria nacional de Perón, que ha proclamado y ejecutado un Modelo de provincia de equidad y justicia social, integrando con identidad a un pueblo olvidado y excluido, el Gobernador Gildo Insfrán.
Ataques que nacen en estudios de grabación o en mesas judiciales intentaron debilitar al hombre que cambió la realidad de un pueblo y al que el pueblo le manifiesta su lealtad inquebrantable cada dos años, dándole rotundo triunfo al Modelo Formoseño.
En este tiempo que vive el mundo, convulsionado por el individualismo y la injusticia, por la falta de solidaridad y empatía, los jóvenes no podemos mirar a otro lado, no somos ajenos a las luchas del hoy, somos partes de este presente y en Formosa, desde adentro, aportamos a seguir eliminando asimetrías.
Es por eso que reafirmamos nuestra lealtad con el hombre que diseñó un Modelo de provincia basado en los valores de unidad, organización y solidaridad que permite construir diariamente la felicidad en el pueblo.
*Militante de la Juventud Peronista