Recientemente algunos sacerdotes de Formosa, y decimos “algunos” porque no creemos que expresen el parecer de la mayoría de los curas y mucho menos de las comunidades cristianas, compartieron en una carta su “indignación” y “preocupación” ante las situaciones en las que, según ellos, se reprimieron y violaron los derechos humanos y ciudadanos de ciertas personas y grupos étnicos en la provincia.
Con este tipo de actitudes lamentablemente asumen como propio y reproducen el discurso de los referentes de la oposición política, que, a través del juego de la victimización y el manejo mediático de corporaciones de la información, han falseado y presentado mentiras burdas tanto al país como a nuestros comprovincianos. Estos pseudos políticos buscan rédito electoral, no les importa otra cosa que sembrar confusión, es más les resulta beneficioso. Pero como pastores, ¿qué buscan con este tipo de mensajes? ¿son conscientes del grado de malestar y discordia que promueven?. Su posicionamiento y categorías de análisis deberían ser superadores, no hacerle el caldo gordo a quienes buscan utilizar a la Iglesia.
Los formoseños esperamos de los sacerdotes, como ministros de la palabra y la esperanza, otro tipo de actitudes: que escuchen, acompañen y consuelen al pueblo en esta época difícil para el mundo entero. La verdadera misión profética se tergiversa cuando solo se “denuncia” según el propio parecer o interés a diestra y a siniestra, cuando las palabras favorecen el desencuentro y el odio. Nada bueno se consigue instigando a desatender las medidas que protegen la vida y salud de los formoseños. Es una tentación creerse poseedores de la verdad y relacionarse desde actitudes mesiánicas. Tenemos un solo salvador o mejor dicho nos salvamos en comunidad, nadie debe mandarnos que pensar, y menos aún en nombre de Dios.
¿Es tan difícil o es que no se quiere reconocer el camino de construcción comunitaria de las medidas y estrategias sanitarias? Discernir los signos de los tiempos implica poner en valor el esfuerzo que se realiza para superar la pandemia y contribuir desde el rol que nos toca con humildad. Sabemos que algunas disposiciones sanitarias no resultan simpáticas, pero han demostrado ser efectivas. Éstas organizan el bien particular en orden al bien común. Estas medidas y el alto cumplimiento protegen el don más precioso que tenemos: la vida, pero también exigen renuncias hasta pequeños sacrificios en bien propio y de los que amamos.
Necesitamos que no se “preocupen”, sino que animen y sostengan a las familias y comunidades formoseñas. Tampoco que pontifiquen, sino que den el ejemplo. En esta provincia multiétnica y pluricultural, todos somos importantes, así lo entienden quienes tienen la tarea de gobernar como todos aquellos que brindamos nuestro esfuerzo para hacer crecer la justicia y equidad social. No dejamos de lado a nadie sea cual fuese su religión, cultura u origen. Al contrario, lejos de todo paternalismo, los reconocemos como adultos con voz propia, protagonistas de su propio desarrollo.
En este tiempo que nos toca vivir construye mucho más la cercanía y la responsabilidad común que los discursos, vengan de donde vengan. Es momento de fortalecer la pedagogía del encuentro y la búsqueda del bien común. Los formoseños no tenemos otro enemigo que el virus. En la lucha diaria por superar la pandemia se evidencia la grandeza y la unidad de nuestro pueblo.
Marcelo José Hernández (Dni 22486109)
Nora Beatriz Maciel (Dni 17560508)
Néstor Dos Santos (Dni 20221800)
Raúl Alfredo Candia (Dni 23269566)