Por Gabriel A. R. Barrionuevo
El próximo 3 de mayo se cumplirán cuatro años del fallecimiento de Rafael Rumich, un pensador, escritor y periodista formoseño que por sus calificados e innumerables aportes al folclore, cultura local y regional recibió oportunamente, distinciones y reconocimientos a nivel provincial y nacional. En esta oportunidad, destacamos algunos aspectos de su libro El Ser formoseño (2007), una obra que sigue vigente en nuestra comunidad.
Lo conocí en junio de 1987 cuando me inicié como locutor del flamante FTC Canal 3. Por entonces, Rafael era mi jefe y responsable de los contenidos del programa “Hacia el Futuro” que tuve el honor de conducir junto a otros colegas cuando era el primer programa oficial de la televisión formoseña que difundía las acciones del gobierno justicialista local.
En esas ocasiones de ajetreo cotidiano, conocí su capacidad para escribir con claridad y pasión formoseña, además de su compromiso cívico y político reflejado en cada uno de los guiones que yo debía leer e interpretar en forma televisiva.
Con el tiempo la relación de aprecio y reconocimiento fue creciendo de manera que no era difícil contagiarse de su pasión por lo que poco después definió como El Ser Formoseño.
Entre tantos aportes, posiblemente, uno de sus libros más destacados fue El SER FORMOSEÑO. Un cotidiano modo de sentir, querer y hacer. Esta obra que aún tiene vigencia para quienes de uno u otro modo, se sienten relacionados o comprometidos con Formosa, sigue siendo –por esa misma razón- un material de estudio y reflexión sumamente relevante para aproximarnos a la comprensión de la cultura formoseña.
Por eso, vale decir de antemano que se trata de una mirada reflexiva desde una perspectiva situada del formoseño. Es un ensayo que pese a ser fuera publicado en el 2007, aún es muy recomendable para la reflexión ciudadana y utilización pedagógica de todo docente formoseño que ame a su provincia.
De hecho, los capacitadores del Instituto Pedagógico Provincial Justicia Social del área ciencias sociales han utilizado esta obra como recurso didáctico para la reflexión y profundización en tema locales destinados a docentes y estudiantes formoseños.
No es la intención del autor del Ser Formoseño, realizar una obra filosófica pura dirigida al ámbito académico sino que fundamentalmente, pretende -más allá de las formas- construir un “libro libre, capaz de ingresar al mundo interno de los jóvenes y alternar con sus espíritus” (Rumich, 2007, p.302).
No se trata de un texto exclusivamente filosófico, sino que tiene como objetivo reflexionar en torno al Ser formoseño y buscar a través de distintos caminos, las diversas respuestas que acerca de él podemos encontrar.
Rumich (2007), inicia su obra con preguntas filosóficas, invitando al desafío de descubrir y construir un “algo” que exprese la manera esencial del formoseño:
“¿Estamos decididos y preparados para ser eso que queremos ser? Mientras tanto ¿Qué somos? Antes de iniciar nuestro camino en busca del ¿qué somos?, de ‘algo’ tenemos que sentirnos y estar seguros, y ese ‘algo’ es que ‘algo’ somos.
En definitiva, ‘algo’ somos como comunidad provincial, aunque en muchos casos nos resulte difícil racionalizar qué es ese ‘algo’ que somos, sin bien intuimos que ‘algo’, que todavía no estamos seguros qué, somos; esa manera de ser ‘algo’ es la que tenemos que ‘des-cubrir’, para de esa forma, sabiendo qué es ese ‘algo’ que somos, ‘re-conocernos’ como tales y seguir construyendo entre todos esa manera o ‘maneras’ de ser, con las modificaciones y cambios que necesariamente tengamos que introducir para mejorar el camino de nuestra propia realización como sociedad”.
Esta invitación de un formoseño a leer y reflexionar sobre Formosa, incluye perspectivas ontológicas, pero también apela a la historia, a la geografía, etnografía y enfoques antropológicos que resaltan el rol de la cultura, en sintonía con el pensamiento nacional, popular nacional y latinoamericano.
No obstante, el Ser Formoseño es la punta del ovillo de una cuestión mucho más profunda de lo que se cree y requiere de mucha responsabilidad. Rumich (2007), lo afirma con toda rigurosidad:
“Hablar de un tema como el Ser formoseño se constituye de por si en un verdadero desafío y en un compromiso serio y riguroso. Luego de todo este tiempo de investigaciones, reflexiones y especulaciones en torno a la referida cuestión, de haber alternado con ella durante este largo período con una constancia rayana en la obsesión, estoy absolutamente convencido de que no es un tema al que se puede abordar con liviandad y, mucho menos, argumentarlo con artificios, fantasías o quimeras” (p.10)
El pensamiento formoseño situado de Rumich frente al etnocentrismo europeo
Tanto el pensamiento nacional o como en este caso, lo que denominamos pensamiento formoseño situado, priorizan la cultura local y los intereses de la Patria con actitud superadora de la dependencia colonialista que nos somete al etnocentrismo europeo.
Vale recordar aquí que pensadores latinoamericanos de fuste como el filosofó Enrique Dussel vienen denunciando reiteradamente en todos los ámbitos internacionales que casi todas las elites de América Latina son eurocéntricas. Por eso instan permanentemente a pensar desde lo local y como latinoamericano.
Por eso, destacamos como prominente el pensamiento formoseño, argentino y latinoamericano de Rafael Rumich que en la fecha de publicación de su libro El Ser Formoseño (2007) promueve el pensamiento situado que para nosotros significa pensar como formoseño, desde y para Formosa prioritariamente y a partir de ahí para el país, la región y el mundo apelando principalmente a categorías de análisis, argumentos y herramientas de nuestra cultura popular.
Después de mucho cavilar creo que tenemos derecho, desde nuestro sitio, sin dejar de tener en cuenta los principios filosóficos y científicos que tienen carácter universal, a pensar por nosotros mismos –como lo han hecho aquellos que entendieron que precisaban definirse como pueblo- tratando de ordenar nuestro propio cosmos.(Rumich, 2007, p.28)
Se trata de una actitud intelectual y cívica madura, donde lo formoseño, argentino y latinoamericano van de la mano. Esto implica dialogar y crecer interactuando con lo extranjero, siendo capaz de reelaborar, reinterpretar, reconstruir y actualizar las temáticas en cuestión pero siempre a partir del fortalecimiento de la identidad local.
Rafael Rumich se anima con sus propias herramientas y argumentos locales a recorrer los caminos del Ser que ha transitado la humanidad desde hace más de 2500 años y a partir de allí se dispone a reinterpretar al Ser Formoseño o lo que es lo mismo –en su concepción-, reflexionar en torno al Ser Provincial del Formoseño.
Por eso, en la primera parte del libro que titula SHOFIA recorre las principales ideas y cuestiones ontológica desde el pensamiento Chino donde el Ser es Tao, pasando por los filósofos griegos clásicos como Platón y Aristóteles, los destacados del Ser Medieval como San Agustín y Santo Tomás y los más conspicuos pensadores de la Edad Moderna y Contemporánea entre los que destaca a Martin Heidegger, Karl Jasper, Theodoro Adorno y Cornelio Castoriadis, entre otros.
En la segunda parte, el autor se sitúa en los orígenes del Ser latinoamericano con el título ARANDÚ Y VIRACOCHA, donde se reflejan las influencias de los pueblos originarios, especialmente las culturas guaraní e incaica, las cuales con sus mitos y pensamientos, con el tiempo, confluyen en lo que fue y es actualmente Formosa con su actual mosaico pluriétnico y multicultural.
Es interesante señalar que en este libro, publicado en el 2007, Rumich destaca la filosofía de Rodolfo Kush, un pensador latinoamericano que recientemente fue recomendado por el mismo Papa Francisco.
Rafael Rumich, sabe que desde esa postura genuinamente local, conocedora de la historia y cultura de su pueblo, es posible “pensar en formoseño” y abrirse al mundo para insertarse con dignidad. Se trata del gran desafío de la descolonización cultural:
“El hombre ‘original’ de la América del Sur durante estos últimos 500 años fue, primero dominado y casi exterminado físicamente, luego, -mestizado- en algunos casos y biodomesticado intelectualmente, en casi su totalidad: lo más lamentable es que –algunas veces sin darnos cuenta, otras no- nosotros mismos contribuimos con nuestras actitudes para que se sostengan, sin variar, las consecuencias de los procesos de colonización cultural; nos constituimos y ejercemos el rol de ‘causantes’, somos la causa que permite que se mantenga o se recree ese estado de cosas, encargándose cada generación de reproducir en la siguiente la matriz de la dependencia. ¿Cuánto tenemos que contener para sacarnos de encima esa peculiaridad forjada por el colonialismo y que se nos metió tan adentro?” (Rumich, 2007, p.29).
Este pensador formoseño tiene en claro que no se trata de abrirse al mundo sin conciencia de lo propio, sin reconocimiento de la identidad local:
“Estamos obligados a recuperar y fortalecer nuestra conciencia convirtiéndonos en viandantes de una ruta trazada a la inversa de lo que recorrieron nuestros ‘descubridores’ y ‘conquistadores’ (y los dominadores que aparecieron después); éste será un camino que se inicie a partir de lo local, siguiendo por lo provincial, nacional y continental, para, por esa travesía, arribar a lo universal. Este proceder nos permitirá ser más auténticos y conducirnos y conducirnos con mayor libertad, dando lugar a una de las condiciones más importantes que tenemos, nuestra veta creativa. Pero esa capacidad creadora, sin el vigor que otorga la firmeza de la originalidad, de nada sirve” (Rumich, 2007, p.29).
De alguna manera la propuesta de descolonización de Rumich implica deconstruir nuestro pasado, desandarlo para resignificar no solo nuestra historia sino también nuestro propio presente, y en ese redescubrimiento, comprender la dimensión local y universal del hombre formoseño.
“Por eso nos vemos obligados a realizar el largo itinerario del Ser. No solamente para saber acerca de él, sino porque en nuestro intento por acercarnos al Ser formoseño, tendremos la posibilidad de ahondar en la comprensión del hombre de estas tierras. A su vez, en este hombre concreto percibiremos al hombre como género, como especie, porque en este sitio el hombre total muestra su rostro formoseño. Todo depende de cómo nos miremos y nos reconozcamos” (Rumich, 2007, p. 30).
Está claro que este pensamiento formoseño situado, no implica una postura chauvinista o aldeana donde lo único que importa es la vida local y se rechaza lo ajeno. Rumich, lo remarca claramente:
“Pero no nos confundamos. No estamos solos en el mundo, ningún pueblo lo está; procedemos de unos y vivimos en relación con otros. Esto nos lleva a tener una mirada, que por un lado se extiende hacia lo universal y, por otro, se centra en la local. Además, esa mirada debe ser capaz de avizorar en el tiempo; que podemos responder las preguntas que manan de nuestra propia historicidad, y con esos ingredientes, condimentar el presente para hacer más digerible el ‘por-venir” (Rumich, 2007, pág.30).
La humildad y la osadía, cualidades de este autor formoseño.
Vale advertir que la humildad formoseña, no debe confundirse con la actitud de quien se siente menos que otros, no es sumisión. La verdadera humildad que se manifiesta claramente en la actitud de Rumich es una virtud que reconoce sus propias limitaciones y debilidades y es capaz de obrar de acuerdo con ese conocimiento. Por eso, este pensador formoseño, es capaz de hacer con absoluta dignidad, su propia autocritica:
“Se le puede criticar a este trabajo el no haber seguido un camino postmetafísico o no haberle otorgado respuestas a las exigencias de la epistemología actual, pero en esta oportunidad he querido tan solo recorrer el camino seguido por el Ser y con los recursos que dicho itinerario otorga tratar de interpretar al Ser formoseño (Rumich, 2007, p. 28).
La osadía es otra cualidad de este autor formoseño que atravesó los límites del “no se puede” o “no vale la pena”.
“Muchos de los pensadores –por no decir la mayoría- residentes en distintos lugares del país, que fueron consultados acerca del beneficio de convertir en un libro esta idea, no respondieron de manera favorable a lo sugerido. Más que una osadía provinciana, les parecía una verdadera estulticia que me dedicara a indagar acerca de “un inexistente o improbable Ser Formoseño” (Rumich, 2007, p. 11).
Tal como lo señaló el docente formoseño Jorge Cazal, profesor en historia y especialista en filosofía, quien en oportunidad de una capacitación que brindó en el Instituto Pedagógico Provincial Justicia Social en el 2021, resaltando varios aspectos de la obra El Ser formoseño, ante centenares de docentes que lo escucharon, destacó:
“Rumich, se animó desde un aquí y ahora, lo que implica una gran osadía porque desafió al conocimiento constituido. Este ‘estar siendo’ que propone el autor es el triunfo del pensamiento local desde un ‘yo pienso en formoseño’, desde un lugar situado”[1].
“No nos podemos quedar en la periferia del conocimiento”
Rafael Rumich, advierte que hay que aprovechar el crecimiento inusitado de Formosa en los últimos tiempos, impulsado por el Modelo Formoseño que promueve el gobernador Gildo Insfrán, ya que esta situación creó las condiciones necesarias para la“revalorización y consecuente reencuentro con su propia cultura que ha comenzado a vivir el hombre de nuestra provincia” (Rumich, 2007, p. 14).
En ese contexto, Rumich guarda la esperanza de que los resultados de esas acciones y el consecuente crecimiento en todos los órdenes de la vida de la provincia, muestren lo que realmente “es el formoseño”.
Pero esto requiere el esfuerzo adicional de examinarnos, de auto-observarnos como pueblo:
“Para ello debemos recurrir a todos los medios que nos permitan, en nuestras diversas características y cualidades, examinarnos como pueblo, única forma de saber, definitivamente, quienes somos, no nos podemos quedar en la periferia del conocimiento; para lograr nuestro cometido tendremos que rastrear hasta en la más profundo del acervo cultural. Cumplir con estas premisas nos va a permitir conocernos en serio; tenemos que terminar encontrando lo auténtico de nuestra naturaleza socio-cultural; identificarnos definitivamente a partir de ella posibilitará nuestro afianzamiento y consolidación como pueblo, ….” (Rumich, 2007, p. 15).
En este contexto, propone superar ciertos prejuicios, concepciones erróneas o desatinadas acerca del habitante de esta provincia que surgen en el imaginario colectivo y nos presentan como una especie de ser autómata, indolente e incapaz:
“Lo notable, lo que más llama la atención, es cómo, subrepticia o abiertamente, durante muchos años, algunos personajes se dedicaron a instalar en nuestro medio la idea de que este hombre –el formoseño- era una especie de autómata que no estaba habilitado para pensar, ni para actuar por sí mismo, que no tenía aptitudes y que era un simple habitante de la desidia, y por lo tanto, que otros –“ángeles salvadores”- tenían la humanitaria obligación de hacerse cargo y dedicarse a pensar y actuar por él” (Rumich, 2007, p.17).
En ese aspecto, el autor enfatiza que no somos lo que durante décadas, nos quieren hacer creer “que somos”. Una manera de demostrar –dice el autor- que hemos dejado atrás nuestra –etapa de candidez- es no haciéndole más el juego a los “vendedores de fábulas o ilusiones”. Una cosa es que seamos sencillos, simples y actuemos de buena fe, y otra que nos confundan y nos traten como unos “grandísimos ingenuos”.
Por eso Rumich, advierte que como comunidad tenemos que hacernos cargo de estas cuestiones ya que “o seremos lo que tenemos que ser o no lo seremos”. Al mismo tiempo invita a ahondar en ese universo de razones y argumentos que le otorgan sentido y significado a esa expresión “lo formoseño”. El momento parece propicio ya que Formosa atraviesa por momentos especiales que favorecen el desarrollo de su propia cultura.
Son varios los aspectos que seguramente aquí se nos escapan para analizar y valorar en forma mínima y ecuánime la obra de este formoseño. No pretendemos en esta apretada síntesis cerrar una evaluación ni mucho menos la cuestión del Ser formoseño. Al contrario, al igual que Rumich, la invitación siempre está abierta a la indagación, profundización y formulación de nuevas preguntas que abran nuevas cuestiones tendientes a entender de la manera más aproximada quiénes somos los formoseños, de dónde venimos y hacia dónde vamos.
Estoy convencido que el autor de esta obra que seguro dejó girones de su vida para lograr una producción genuinamente y útil a sus comprovincianos, abonaría la idea de seguir trabajando en la construcción del Ser Provincial formoseño, como en definitiva lo calificó.
Tamaña tarea que nos involucra a todos como comunidad, se basa en el esfuerzo de seguir pensando y trabajando por y para Formosa, con las herramientas que nos da nuestra propia cultura popular. Abiertos al dialogo con cualquier otra cultura, sabemos que en definitiva ya nos estamos conociendo un poco más, y nos aproximamos a comprender -al menos en parte- quiénes somos, de dónde venimos y hacia dónde vamos, preguntas siempre inquietantes y filosóficas que nos aproximan a reconocer nuestra identidad cultural de formoseños.
[1] Cazal, Jorge. Tercer Seminario: «Identidad Formoseña Cimentada en los Hitos Históricos». 1er Encuentro. https://www.youtube.com/watch?v=ccJXQQQoduM