Luis A. Sebriano (h)
Si 20 años no es nada, 10 menos lo son. Es increíble lo rápido que pasa el tiempo, solo un pestañear y estamos acá.
Recuerdo tan claramente esa mañana del 27 de octubre del 2010, esperando, como todos, a que vengan las personas del Censo, cuando la noticia empezó a circular, primero unos vecinos que me gritaban con los ojos encendidos, luego correr a prender la TV incrédulo… pero la noticia era cierta, recuerdo esa desorientación, ese dolor raro, ese vacío, nunca lo había sentido. Empezar a llamar a los compañeros, juntarnos en la sede del PJ sin saber qué hacer, recuerdo las caras de todos y cada uno de los que estábamos, todos llorando, abrazándonos… se había ido el Flaco, el Lupo, Néstor.
Recuerdo una bandera en una casa de la ciudad que decía “el cielo podía esperar”. Los cientos de miles de jóvenes en Plaza de Mayo, llorando y gritando en agradecimiento y en actitud militante, solo comparable con esa “maravillosa juventud” de la que nos hablaba Juan Perón, juventud con los mismos ideales y convicciones, que a pesar de las operetas, ataques y aprietes, no se iba a dejar engrupir por nada, porque el Amor a la Patria que despertó Néstor es un fuego que nunca se va a apagar.
Néstor Kirchner no murió por dos infartos naturales, murió por tantos infartos provocados por un asedio brutal llevado adelante por los monopolios, con la activa participación de los grandes medios de difusión que poseen, de los “periodistas” mercenarios, por los típicos “funcionales de una izquierda infantil”, por la actitud de miserables y mezquinos. Miserables que siguen tan fuertes como en aquellos años, miserables que se creen dueños de un país al que desprecian. Por eso cuando te dicen que el problema de la Argentina son los 70 años del peronismo (que en a la sazón, de esos 70 años, la mayoría los gobernó el radicalismo con apoyo de los militares, y los gobiernos de los golpes cívicos militares), en realidad el problema son los 120 años de oligarquía apátrida.
Podría seguir escribiendo mucho, y contando tantos recuerdos, pero creo que todo se resume con un enorme y múltiple GRACIAS:
Gracias por la Reparación Histórica.
Gracias por devolvernos el debate de las ideas.
Gracias por devolvernos la dignidad.
Gracias por la Unidad Latinoamericana, rumbo del que nunca debíamos haber salido
Gracias por los Derechos Humanos.
Gracias por nuestros Hermanos Recuperados.
Gracias por la Tolerancia.
Gracias por la Diversidad.
Gracias por los Pueblos Originarios.
Gracias por la jubilación a nuestras madres.
Gracias por la Asignación Universal por Hijo.
Gracias por recordarme lo que nos enseñó nuestro abuelo, la entereza, la integridad y la palabra empeñada.
Sobre todo GRACIAS por ser amigo de Formosa, de los formoseños y de las formoseñas.
“Que florezcan mil flores” nos pediste, y te quedaste corto, porque han florecido cientos de miles, fieles custodios de esa llama ardiente. Hoy lo tenemos al compañero Alberto, el Capitán “Beto”, y a la gigante Cristina, que los sentimos como una continuidad tuya, que llevan tus banderas y que son los mejores timoneles para nuestro país, País que esos que pintaron “muerto el perro se acabó la rabia” (que son hijos de los que pintaron “viva el cáncer”) lo dejaron desbastado, vaciado y con una pobreza única, que encima de eso nos llegó esta maldita Pandemia, y que ni así los hace más humanos.
Pero estamos encaminados, con las ganas y la pasión de siempre, con más fuerzas que nunca. Acá en el costado norte del país, puerta de ingreso a la Patria Grande, sigue estando un amigo tuyo, que al igual que vos no le teme y enfrenta a estos poderes económicos, se banca canalladas y aprietes de todo tipo, pero tiene a todo el pueblo detrás de él, firme y unido, uno al lado del otro.
Escribo y es imposible que no se me ponga la piel de gallina y que asome alguna que otra lágrima. Son esos golpes de la vida que no entendés al principio, pero que después te va mostrando su propósito. Y el propósito es el mismo que nos mostrara El General: ¡La Felicidad del Pueblo y la Grandeza de la Nación!
Hasta siempre Flaco, GRACIAS!