Escribe Luis Sebriano (hijo)
Grupo Juan Pueblo
Una espada tiene múltiples significados, es un símbolo de honor, de protección, de poder (tanto constructor para mantener la paz y justicia, como destructor, aunque también destructor de de injusticias y maldades). Ya en el Libro del Apocalipsis, el Apóstol Juan nos habla sobre el doble filo de la espada, refiriéndose al doble poder de la palabra, el creador y el destructor.
Muchas veces olvidamos que lo que vemos malo en el otro, es en realidad lo malo que tenemos nosotros mismos, es como un espejo que nos interpela. Solo damos lo que tenemos dentro para dar, si damos constantemente amor y servicio es porque es lo que tenemos en el corazón, si damos y repartimos odio, es porque es eso de lo que estamos llenos, tanto que no nos damos cuenta de que lo estamos haciendo, convirtiéndonos en fanáticos del odio, o buscando quien sabe qué cosa.
El fanatismo es un extravío moral y la exaltación del culto de una idea, despierta malas pasiones y ambiciones poco nobles. Muchos piensan que el fanatismo es propio de la ignorancia, pero con mucha frecuencia vemos, más en estos tiempos, a personajes supuestamente cultos, con títulos universitarios, al frente de programas de TV, al frente de programas de radio, haciendo columnas de opinión, etc., que son fanáticos, lo que los hace altamente peligrosos para ellos y para quienes los escuchan, porque proyectan en el otro lo que realmente son ellos mismos.
La historia no se repite, siempre continúa, y siempre están volviendo aquellos que siembran cizaña y despiertas esas malas pasiones, siempre están volviendo esos que Arturo Jauretche denominaba los «medio pelo de la sociedad argentina». Que incluso muchas veces han tenido sus pequeñas victorias inoculando el odio en parte de la sociedad, que los hacen pensar, actuar e incluso votar guiados por el odio.
Este odio los lleva a insultar, agredir, denigrar y discriminar a quien sea que no piense como ellos, como un veneno que una vez regado y que por más que se arrepientan y pidan disculpas, por lo bajo sigue haciendo su efecto. Es por ello que siempre tenemos que detenernos a pensar que lado del filo de la espada estamos usando.
Lo positivo de todo esto, para ponerle fin a la metáfora, es que ese veneno, ese filo destructor, no han podido nunca volcarlo en nuestra Comunidad, una Comunidad Organizada que sabe el rumbo que hay que seguir, y que conoce bien a quienes son los que lo quieren constantemente desviar.
Por supuesto que hay mucho por mejorar, justamente de eso se trata este devenir como sociedad. Y cuando decimos que lo tenemos que hacer todos juntos, no estamos repitiendo un slogan cualquiera, es TODOS JUNTOS, Pueblo y Gobierno, porque como dijo el Papa Francisco en esta «nadie se salva solo».
Dejemos de lado las actitudes y comentarios mal intencionadas, agresivas, mezquinas, egoístas y egocentristas, y si no, los invitamos a que se saquen las máscaras y se diga bien desde donde se habla, y en nombre de quien lo hacen, porque solo se ganan el repudio de la sociedad, que siempre tiene mucha memoria.
Como Espacio Colectivo, nos sumamos al repudio de los dichos discriminatorios que últimamente venimos leyendo y escuchando desde distintos ámbitos, y de distintos personajes, muchas veces creyéndose graciosos u ocurrentes.
Siempre debemos recordar que a la larga el Amor, siempre el Amor es el que triunfa!