Por doctor Rodolfo Roquel
DNI: 7.484.425
Artículos y gacetillas nos informan que el Gobernador electo de una noble y heroica provincia cuyana ha publicado un libro que, desde el título, de evidente mal gusto, trata de descalificar política y éticamente a nuestro gobernador Gildo Insfrán. Naturalmente que la figura y la obra de nuestro Gobernador se sostienen solas sin necesidad de defensores comedidos, pero ocurre que el libro en cuestión ataca también a la provincia de Formosa con argumentos falaces que no podemos pasar por alto, porque si una mentira repetida varias veces se transforma en verdad, el peligro es mayor cuando la falacia se presenta bajo la forma de sofisma, porque entonces todos estamos obligados, como argentinos de bien, a romper lanzas en defensa de la verdad y de Formosa.
El señor Gobernador electo de Mendoza pondera la ubicación geoestratégica de su provincia, su abundante producción agrícola e industrial, sus posibilidades de comercio internacional directo y señala quejosamente que Mendoza aporta a la Nación más de lo que recibe como coparticipación y que ese excedente es aprovechado por Formosa, por lo cual las obras y los sueldos formoseños son pagados por los mendocinos, en razón de que Formosa recibiría de la Nación más de lo que aporta.
En resumidas cuentas, si no fuera por Formosa, Mendoza podría ser perfectamente un Estado independiente.
Este bonito argumento constituye, como decíamos, una falacia porque escamotea una realidad histórica e ignora principios fundamentales de nuestro derecho político, es falsa de hecho y de derecho.
En primer lugar, ignora que hay provincias fundadoras y fundadas. Mendoza es provincia fundadora, es decir anterior a la Constitución de 1853 y de larga historia en el periodo hispánico y, en la Argentina independiente, «uno de los 14 ranchos «como los llamaban los muy liberales unitarios porteños.
Con la Patria las provincias fundadoras crecían y se desarrollaban conforme a sus posibilidades, mientras que las futuras provincias fundadas vegetaban como territorios nacionales y, después de la conquista del desierto, sobre la cual aquí no abro juicio, padecieron gobernadores de otros pagos, que estaban de paso y con limitadas facultades, parecían más los alcaldes que describe Martín Fierro que auténticos gobernantes, desde luego con honrosas excepciones, que todos conocemos.
Recién cuando con el Peronismo se fueron convirtiendo en provincias pudieron tener las posibilidades de desarrollo que desde antiguo gozaban sus hermanas. Cuando el padre O’Higgins construía puentes en la cordillera Formosa ni existía como entidad política, aunque ya fuera la frontera norte de la Patria.
Desde el punto de vista político y jurídico, el señor Gobernador electo parece ignorar que la Argentina es un Estado Federal y no una confederación de estados o al menos, las diferencias entre ambos sistemas.
Estas diferencias no se limitan a reconocer que en la confederación los estados parte gozan del derecho de secesión y anulación, sino también que en el Estado Federal existe el principio de solidaridad entre las provincias que la Nación representa, principio que constituye el fundamento de Artículo 75 inciso 2 de la Constitución vigente.
Tenga paciencia el señor Gobernador electo que si Formosa continúa con el ritmo de crecimiento que le ha impuesto Insfrán, pronto se tornarán los vientos. Dicho con el debido respeto.